OPINIÓN

Atención más allá del hospital

El reto por el que pasa la sanidad es por dar respuesta a los pacientes cuando reciben el alta

La presidenta de la Asociación de Daño Cerebral Adquirido de Cádiz, Ana María Pérez, lo explica con una rotundidad meridiana: el peor momento para un paciente y para su entorno familiar es cuando le dan el alta sin estar recuperado del todo. ¿Qué va a pasar? ¿Me voy a recuperar? ¿Cómo podré salir adelante? ¿Qué me espera ahora? Son algunas de las preguntas que se hacen los pacientes cuando, con el crudo documento que certifica que ya pueden abandonar las instalaciones sanitarias, se encaminan a una casa que, en muchos casos, no está siquiera adaptada a sus necesidades.

Tal es el caso de muchos de los gaditanos que superan un proceso de ictus. El magnífico trabajo que llevan a cabo los profesionales de la unidad de neurología, a cuyo frente está el doctor Miguel Ángel Moya, puede salvar la vida al paciente y tratar de recuperar lo más posible los daños, pero en muchos casos el daño cerebral es inevitable. Y es aquí donde la Sanidad tiene que dar el siguiente paso y ofrecer unas medidas eficaces para los pacientes una vez superado el primer tratamiento médico.

Hay que ser justos, se están dando pasos. La propia Adacca tiene plazas concertadas con la Junta para el tatamiento neurorehabilitador de pacientes. Pero la misma asociación tiene que ofrecer terapias que son sufragadas por los afectados y usuarios, asumiendo funciones donde la administración no llega. Son unos tratamientos que, lejos de ser un lujo, mejoran la vida tanto del paciente como de sus familias y reducen las futuras visitas a los centros médicos.

Junto con el caso del ictus y, por extensión, del daño cerebral adquirido, existen decenas de afecciones en las que el tratamiento poshospitalario es imprescindible para la recuperación y cuya existencia desconocen unos pacientes que se enfrentan ante la nueva situación como a un abismo nunca contemplado. Es en ocasiones la implicación del cuerpo sanitario la que da algo de luz a los pacientes para saber a quién recurrir, a qué puerta llamar una vez que se cruzan las del hospital.

Ése debe ser el gran reto de la sanidad. El procurar el bienestar del paciente una vez que la asistencia hospitalaria haya cumplido sus objetivos con medios propios o colaborando con entidades privadas.

Artículo solo para suscriptores

Accede sin límites al mejor periodismo

Ver comentarios