OBITUARIO

Hasta siempre Julio

Decía Jorge Luis Borges que «la muerte es una vida vivida, la vida una muerte que viene». A Julio la vida le llegó pletórica

Julio Malo de Molina

Alguien dijo alguna vez que la vida es ese tiempo efímero que transcurre entre dos eternos silencios. Uno de un limbo sin sentido, el otro de una eternidad mucho más que dudosa. Para algunos la vida es demasiado corta y fugaz, para otros es tan ... larga y dura que se torna eterna. Algunos la pasan de puntillas, otros la gastan sin reparos. Los hay que la viven sin vivirla, y está la de Julio . Para él fue sólo eso, intensa.

Su mirada de miope acérrimo le daba ese toque de despistado a discreción al que no se le escapaba nada, sobre todo si era del sexo contrario. Amante de la buena mesa y de caldos de auténtico lujo, aunque en los últimos tiempos se cambió a lo verde, al más puro estilo gastronómico ecologista. Nada de una izquierda moderada, la más recalcitrante y trasnochada. A gala llevaba siempre a mano su carnet del Partido Comunista de España, con más antigüedad que la peluca de Carrillo. Desprendido y algo manirroto. Nunca reparó en lo que tenía, sino en lo que podía disfrutar. No tenía nada suyo, ni lo verdaderamente suyo. Coleccionaba cosas, sobre todo libros. Erudito y buen conversador, sólo tenía un hándicap, su torrente de voz. El silencio para él sólo era conseguir caer en los brazos de un Morfeo que le fue escatimado durante años.

Dicen que a veces, en casos raros, una disciplina elige a un discípulo. Ese fue el caso de Julio, la Arquitectura lo eligió a él. No concibo el arte de construir habitas sin la mano de él de por medio. Nunca tuve la suerte de viajar con él, pero me consta que era un auténtico lujo, muchas veces a su costa. Restaurantes, librerías, hoteles, palacios, parques, componían un itinerario culto y bohemio. Un simple paseo por Cádiz con él era como padecer un Síndrome de Stendhal en modo gaditano. De cada edificio, de cada calle, de cada esquina, sacaba a relucir su historia, sus maneras y su técnica. Ser una Nómada Culto está a la altura de muy pocos, Julio nunca tuvo que hacer grandes maletas, siempre con lo puesto y poco más. Nos quedó un proyecto por hacer, una guía de Cádiz. De lo culto a lo cotidiano, de lo técnico a lo usual, del uso al disfrute.

Sus hijos, su familia, sus mujeres, sus proyectos conferían un todo del que no podía desprenderse. Nunca dejo a nadie en la estacada.

Decía Jorge Luis Borges que «la muerte es una vida vivida, la vida una muerte que viene». A Julio la vida le llegó pletórica.

A penas hace 45 días pude escuchar su voz rasgada renegando de la maldita enfermedad. Su hipocondría de libro le llevo a renegar lo evidente. A partir de entonces, su interlocutor Mamen. Sufridora de una esperanza irresistible que demostraba un amor casi adolescente.

Muchas veces me llamó el Chaman de la Tribu, pero eso no me daba rango de categoría. Su calificativo preferido era Doc, a mí siempre me sonó bien.

Se me olvidaba, su última consigna ¡SALUD Y REPUBLICA!

Hasta siempre AMIGO.

«Y cuando llegue el día del último viaje

Y esté al partir la nave que nunca ha de tornar

Me encontrarás a bordo ligero de equipaje

Casi desnudo, como los hijos de la mar»

Antonio Machado”

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