Emasa es un ejemplo y no un complot

Pocas áreas municipales muestran la calamitosa gestión del Gobierno actual con más claridad que la empresa de aparcamientos

La Voz de Cádiz

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Cuando populares y socialistas se unen en una sola opinión en el Ayuntamiento de Cádiz, dado su largo historial de rechazo mutuo, significa que hay poco margen para la duda. El equipo de Gobierno del Ayuntamiento de Cádiz suele recurrir entonces al clamor contra los complots, los palos en las ruedas, la pinza y otros sinsentidos similares. Pero la realidad es que cuando esa situación se da, sea cerca de unas elecciones municipales o no, sólo significa que se ha hecho un trabajo muy deficiente. Señala que una propuesta, o una medida, una moción o, como es el caso, unos presupuestos no tienen ni pies ni cabeza, que resulta imposible respaldarlos. Es lo que ha sucedido, de nuevo, en la Empresa Municipal de Aparcamientos (Emasa) en la que el concejal saliente Martín Vila ha obrado el milagro de poner a todos de acuerdo: desde toda la plantilla a los técnicos y a los consejeros o concejales. Cuando todos coinciden en que las rechazadas cuentas de la empresa son un desastre cabe pensar que puedan serlo. Y eso que la situación ni siquiera es nueva. Estamos habituados a los sustos. La llegada de la versión gaditana de Podemos, Adelante, Ganemos o Izquierda Unida al Gobierno municipal de Cádiz tuvo una gran ventaja: las sorpresas estaban garantizadas. Ocho años después, queda claro que tenía un gran inconveniente: el estado de la ciudad que van a legar a los siguientes gobernantes puede resultar desastroso. La normalidad y el aburrimiento han sido conceptos descartados, desterrados en la administración local y, por tanto, en las empresas municipales. A cambio, algunas de ellas, esenciales en su función recaudatoria, de búsqueda de ingresos, han sufrido una merma espeluznante. Es la situación de Emasa. A pesar de haber mantenido todos los aparcamientos subterráneos y haber multiplicado, por mucho, las plazas de pago en las calles (zona azul, verde y naranja) la entidad está en una situación crítica cuando los actuales responsables, el equipo de Gobierno, la recibieron más que saneada. Las denuncias de PP y PSOE llevan meses asegurando que Emasa está al borde de la ruina, con unos gastos en personal que superan el 80%, sin diálogo con los trabajadores, con inversiones repetidas y proyectos paralizados. Es el resultado de una gestión nefasta, en la que el presidente y concejal Martín Vila ha naufragado de forma calamitosa. Él se va. Son los vecinos, los que se quedan, la ciudad, los que van a pagar tanta anomalía en forma de mayor presión fiscal y unos servicios desastrosos.

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