OPINIÓN

Andalucía

Me queda medio mundo por aprender y me he movido mucho, pero no he encontrado ningún sitio más apetecible que este. Andalucía supone el sustrato terreno más amable

Existe una tierra bien colmada de placeres geográficos. Iluminada por un sol eterno y habitada por animosos humanos. Significada por diferentes y deliciosas igualdades. Modelada por pasajeros que vinieron por el este o por el estrecho, buscando en colonizaciones este Finisterre del sur para encontrar ... los tesoros que no dejamos de construir cada día. Tensada en sus cualidades a dos arcos acuáticos, Mediterráneo y Atlántico, con resabios de mitos y profundas huellas de los hijos del Olimpo, que unieron separando esos grandes mares. Se llama Andalucía. Un enclave hermoso, grande, viejo y sabio, reiterado orgullosamente por Iñaki, pero también llena de profundas cicatrices que el tiempo nunca perdona.

Un nombre curtido en conquistas de guerreros de afuera. Ensolerado por una vasta herencia: atlante, tartésica, fenicia, púnica, romana, moruna y castellana, que lo fijó. Esculpido en anchos cruces de culturas que aquí quedaron congregadas, en uno de los lugares más cordiales y maravillosos del mundo. Me queda medio mundo por aprender y me he movido mucho, pero no he encontrado ningún sitio más apetecible que este. Andalucía supone el sustrato terreno más amable. Unión de dos ricas partes: una fecunda aceitera y templada; otra artística y generosa en ensoñaciones. Un patrimonio común cuidado por la historia y sus pobladores, idénticamente rico en acentos, dejes y giros imposibles e ingeniosos. Y lo mejor: una destilada calidad de personas que envidian e imitan los demás. Una de las zonas más queridas de Europa, que es como decir del mundo.

Hemos dicho muchas veces que Andalucía es un territorio que se deja conquistar por todos los que pasean por aquí. Luego les convencemos que nadie vive como nosotros… y les dejamos salir. A cambio, siempre hay servidumbres, porque quien cuida de sus amos, se queda de sirviente. Una tierra rica por la generosidad de su cortesía, pero menos en haciendas que generen empleos y riquezas. Usada por nuevos dueños cada cuatro años, que se olvidan pronto cuando flotan, de donde vienen y su deber de mejorarla.

Hoy celebramos el Día de Andalucía. Hubo una fecha, en la que además de perder a Rafael, decidimos ser nosotros mismos. Tocaba jugar a las autonomías, pero nunca fuimos libres del todo, porque no nos ha gustado pelearlo. Quizás por eso no se nos respeta. Es nuestra condición y no la vamos a cambiar, son muchas las capas de cultura, valores y tolerancia que llevamos en nuestras carnes.

Hay que celebrar el Día de Andalucía con orgullo de ser de aquí. No solo con banderitas y pines, ni con vanos discursos que se caen al suelo según se emiten, sino luchando por una verde y clara esperanza que, además de atraer una multitud a saborear nuestra riqueza y elegancia de vivir, lleguen para engrandecerla. Necesitamos generar otros oficios y recursos, no solo ser los camareros del mundo. que vale también, pero debemos a la vez diversificarnos en economías de escala, mucho más duraderas en prosperidad y progreso.

Andalucía se abarrota por sus patrimonios de belleza, fiestas y gusto. Igual un día, por aforo, cobramos la entrada en el límite regional. Con esa tasa fundaríamos empresas que den estabilidad, y pediríamos el rescate de la deuda histórica por la independencia en la Pepa, los astilleros, los pantanos, los campos, los mares, los soles, etc. Incluso pescaríamos más atunes rojos y amarillos, cuya plusvalía nos pertenezca de verdad, como nos pertenece nuestra natural alegría. Por todo y ello, que quieren que les diga, me siento enormemente orgulloso de ser andaluz y español. Disfrutemos. Salud.

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