OPINIÓN

La Armada y el Real Colegio de Cirugía

Conviene recordar lo que hizo la Armada ante los retos médicos del siglo XVIII

Felicidad Rodríguez

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Aunque el virus no se ha ido ya hemos dicho adiós al último vestigio visible de la pandemia, la mascarilla. No ha sido la primera epidemia, ni será la última. Con el COVID se nos hizo familiar a todos el nombre de Balmis y su expedición filantrópica (1803-1806) para llevar la vacuna de la viruela a Hispanoamérica; incluso el hospital temporal de Ifema tomó el nombre de Isabel Zendal que participó en ella al cuidado de los niños. Pero antes que Balmis otros ya llevaron a cabo iniciativas en este sentido.

En un magnífico artículo publicado recientemente en Medicina por Antonio Pérez Pérez y José Ramón Vallejo, del Hospital de Puerta del Mar y el área de Historia de la Medicina, los autores, sin desmerecer la expedición de Balmis, ponen de relieve las figuras de cirujanos de la Armada, muchos de ellos formados en Cádiz que, con anterioridad a la famosa expedición, introdujeron la vacuna en aquellos territorios: Francisco Oller, Ángel Hidalgo, Alonso Ruíz, Tomás Romay, Bernardo de Cózar, Lorenzo Vergés, Miguel Monzón, José Ledesma y tantos otros reseñados por nuestros autores que la llevaron a Puerto Rico, Cuba, Venezuela, Nueva España, Nueva Granada, Guatemala, Perú, Río de la Plata o Filipinas. La Medicina moderna en nuestro país vino de la mano de la Armada.

No es que no hubiese médicos formados en la universidad de la época, pero ante necesidades sin respuesta, la Armada crea los Reales Colegios de Cirugía. Este año, precisamente, se conmemora el 275 aniversario de la creación del primero de ellos, el Real Colegio de Cirugía de Cádiz, luego Real Colegio de Medicina y Cirugía. La maqueta que se guarda en la actual Facultad de Medicina muestra el Hospital Real, hoy sede de dependencias del Rectorado, junto al anfiteatro anatómico del Real Colegio que fue en su momento destruido para construir la facultad que todos conocemos. Junto con Virgili, el principal impulsor fue el Cirujano Mayor de la Armada y director del Hospital Real, Juan Lacomba del que, a diferencia del primero, no conservamos retrato alguno. Lacomba, empeñado en mejorar el nivel de la Medicina y la Cirugía de la época, separadas por aquel entonces, es el que atrae a Virgili a Cádiz.

El éxito es prácticamente inmediato, aunque Lacomba no lo verá al fallecer en 1748, el mismo año de su creación. Al Real Colegio de Cádiz sigue el de Barcelona y, al otro lado del Atlántico, el de Nueva España en Ciudad de México cuya puesta en marcha se encomendó a dos cirujanos formados en el de Cádiz, Andrés Montaner Virgili y Manuel Moreno Rodríguez. Los Reales Colegios permitieron a nuestro país alcanzar el mayor nivel de la Medicina de la época, por lo que es justo recordar la creación del primero de ellos en el que por primera vez en Europa se consigue unir la Medicina y la Cirugía. Posteriormente, los Reales Colegios fueron suprimidos a mediados del siglo XIX, y el de Cádiz se transformó en Facultad dependiente de la Universidad de Sevilla. Hoy día, cuando las facultades de medicina españolas se encuentran ante grandes dificultades, siendo la mayor de ellas la disminución constante de profesorado médico en una organización que no entiende sus peculiaridades, conviene recordar lo que hizo la Armada ante los retos médicos del siglo XVIII.

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