Desprecio a la policía local

Uno de los primeros conflictos, muy sonado, que tuvo Kichi nada más iniciar su mandato allá por el verano de 2015 fue precisamente con agentes de la Policía Local. Varios de ellos habían requisado unas cajas de pescado a un vendedor ambulante que carecía de los permisos para vender, con el consiguiente riesgo para la salud de los consumidores. En aquella ocasión, y pese a ser el máximo responsable del cuerpo policial, su 'jefe' último, decidió ponerse del otro lado. «Entre un vecino que se busca la vida y un agente de la autoridad, siempre me pondré del lado del vecino», llegó a decir textualmente. Obviamente más tarde tuvo que matizar sus palabras, ya que por más que se empeñe en repetirlo, él no era en ese momento un ciudadano más, se había 'olvidado' de que es la máxima autoridad de la ciudad.

No es casual, por tanto, que a lo largo de todos estos años sus choques con la Policía Local hayan sido continuos, sobre todo a la hora de negociar las condiciones laborales y económicas de los agentes, que aún siguen en el aire. A tal punto, que la Policía Local decidió hace años dejar de prestar servicios considerados extraordinarios, como la vigilancia de las playas. Se presenta, pues, otro verano caótico para los usuarios, que no tendrán armas para hacer cumplir las normas de respeto más elementales. Más aún con una plantilla que se ha reducido año tras año y que es manifiestamente insuficiente.

Porque eso tampoco es casualidad. La reducción en el número de agentes se ha hecho de forma perfectamente consciente. La extrema izquierda siempre ha tenido muy mala relación con la autoridad. Buena prueba de ello es la Ley de Seguridad Ciudadana impulsada por Podemos, que ha provocado la indignación de quienes deben ser nuestros mejores aliados, los cuerpos de seguridad, y que ellos pretenden convertir en enemigos.