Fotogramas africanos

El certamen quiere servir de puente entre dos continentes, y fomentar el dialogo entre cineastas a uno y otro lado del estrecho

Eduardo Moyano

Cádiz

El festival de Tarifa es un oasis para el cine africano en España. Desde 2004 el empeño de su directora Mane Cisneros ha impulsado este certamen con la ayuda de diversas asociaciones que consiguen que el cine del continente deje de ser invisible. A pesar de los muchos problemas por los que ha atravesado, hubo algunas ediciones en que se llevó a Córdoba, el certamen quiere servir de puente entre dos continentes, y fomentar el dialogo entre cineastas a uno y otro lado del Estrecho.

De hecho, hace años que el festival se denomina de Tarifa-Tánger buscando precisamente esa empatía entre cinematografías y por ende abrir la puerta a que producciones desconocidas en nuestro país y en otros países europeos puedan llegar al público.

He visto que algunas plataformas incorporan ya a sus catálogos producciones hechas en África que técnica y estructuralmente no se diferencian de las europeas. Hay que tener en cuenta que Nigeria tras Bollywood es el país que más producciones audiovisuales realiza para todo el mundo por encima, incluso, de Hollywood.

Por eso, esta semana me llama la atención que haya en las carteleras dos películas de temática africana, ambas coproducidas con capital europeo pero que tratan temáticas que aquí conocemos muy por encima o no siquiera tenemos noticias de ellas. 'Mali twist', tiene el aliciente de que su director Robert Guédeguian es un hombre suficientemente conocido en toda Europa por su cine de carácter social y por darle voz a los sectores más desfavorecidos, en particular de Marsella, la ciudad de la que es originario.

'Mali Twist' nos lleva al pasado, a los años sesenta del siglo pasado cuando Mali alcanzó la independencia de Francia. Es un país joven y nuevo que cree en el socialismo pero que acaba sucumbiendo por la fuerza de las tradiciones y el tono autoritario en que desembocan los acontecimientos. Lo vemos a través de una pareja joven que se enamora profundamente, con el agravante de que ella es una mujer casada, que fue forzada a contraer matrimonio. La película entremezcla la política, la música, las tradiciones y la sensualidad en un país que atraviesa actualmente por un creciente clima de inseguridad por la presencia de terroristas fundamentalistas.

La historia de 'Lingui, lazos sagrados', la otra película africana que llega esta semana a las carteleras, se desarrolla en Chad y tiene como director a Mahammat Saleh Haroum, un realizador que, ha demostrado su calidad en alguno de sus anteriores filmes como 'Estación seca' y 'Hombre que grita' que se alzaron respectivamente, con los premios del jurado de Venecia(2002) y Cannes(2010).

En esta ocasión, relata la historia de dos mujeres, madre e hija, que son objeto del machismo dominante en Chad el país donde se desarrolla la acción. La madre tuvo a su hija fuera del matrimonio y fue repudiada por su familia y expulsada del entorno familiar. Su situación se agrava cuando su hija adolescente se queda embarazada y solo se puede abortar clandestinamente con una curandera o en una clínica, tras pagar una fuerte suma de dinero. No importa si ha sido objeto de una violación.

'Lingui…', muestra a una madre coraje, capaz de todo con tal de ayudar a su hija. Aparca sus ideas religiosas para estar a su lado y que no le ocurra lo mismo que la sucedió a ella.

Tanto una película como otra están basadas en historias reales, en relatos a los que la ficción les da más fuerza y credibilidad. Una se desarrolla en el pasado; la otra en la actualidad pero ambas coinciden en la intolerancia y la sumisión a la que quieren ser obligadas las mujeres, algo que aunque haya pasado el tiempo sigue sin cambiar.

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