Opinión

Chavales, no enfadarse

Y lo que ocurre, al fin y al cabo, es que estamos de unos nervios y de un tener la cabeza gacha que no sabemos por qué nos pasa

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No sé si a ti te pasa, pero llevo unas semanas con la boca agria. Cada vez que hablo me da un regusto feo, como cuando se bebe agua sucia o te enciendes el piti al revés. No es físico, pero casi. Sucede que está el patio de un feo, de un tóxico que no hay ni quien lo aguante. Y esto de enfadarse, al fin y al cabo, es como la gripe. Que tú te encontrabas bien, estupendamente, pero alguien te coge del hombro, te grita tres cosas al oído y te contagias con una facilidad pasmosa.

Lo que vengo a decir es que estoy enfadado muchas veces y no sé por qué me pasa. Y hablo con gente todos los días que le pasa igual y que tampoco sabe por qué le pasa. Y lo que ocurre, al fin y al cabo, es que estamos de unos nervios y de un tener la cabeza gacha que no sabemos por qué nos pasa.

Le doy vueltas al coco y pienso que a lo mejor tiene que ver con esto de estar a un palmo de la realidad todo el rato, que a mi es una cosa que no me ha gustado mucho nunca y que, por razones laborales e históricas, pues parece que es difícil no hacerlo. Y, ya sabes, cuando digo realidad me refiero a esto que nos inventamos diariamente. Porque el odio por el odio sin ficción de por medio no existe y enfadarte con un tipo que no conoces porque sí solo sucede si te lo inventas.

En lo que respecta a la realidad, esa cosa plomiza, en mi caso, no sé el tuyo, por un lado está lo de escribir en los periódicos, que no te deja en paz ni un rato, aunque eso es cosa mía. Por otro, está el tema este de que el mundo es global, que así leído parece de Perogrullo, pero que traducido resulta en que me tiene que importar igual el auge del fascismo que el hecho de que la nueva Sirenita sea negra.

Cuando era más chico pensaba que esto de la realidad es cosa de gente gris, que está siempre al acecho para que nunca estés feliz porque sí, porque te levantaste a gusto y hace buen día. Y después de algunos años constato que es cierto. Esta gente no suelta el látigo ni aunque sea 'mu' temprano. Y todo es una violencia y posicionarse en la agenda del día, opinar sobre la agenda y criticar al otro que también se ha visto obligado a posicionarse en la agenda del día.

Y yo no doy para más porque no sé de tantas cosas y a veces uno aprende cosas, porque aprender es cosa bella, pero también hay que decir que solo cuando lo que se aprende es cosa bella o es persona bella quien te la cuenta. Pero la mayoría del tiempo aquí no se aprende nada. Será que, como decía Robert Walser, «hace falta personal docente». Y uno acaba hasta la coronilla.

Cada vez me siento más estúpido en la rueda. Y muchas veces te veo estúpido también a ti cuando te preocupas, igual que yo, de cosas que nos pillan lejísimos, pero ahí estamos, en el vicio. Y algo habrá que hacer. Porque enfadado los días se pasan rápido y a mí me gusta la vida lenta, porque la lentitud es lo contrario a la muerte y yo no me quiero morir joven porque ya pasé por muchas cosas y llegados a este punto morir es algo que no me merece la pena.

Porque uno cuando tiene poco menos de treinta años pero ya los palpa con los dedos está en ese momento en que tiene que decidir este tipo de asuntos, pero sobre todo la forma en que se quiere relacionar con el mundo y qué tipo de mundo se quiere inventar por las mañanas para poder decir «buenos días, mundo» y estar mínimamente contento. Y yo querría una vida donde eso fuera posible. Porque si no, no me parece vida sino ver pasar el tiempo. Encarcelado en las obsesiones de unos y de otros. En los traumas irresueltos de gente con chaqueta y corbata, cuando yo no llevo nunca chaqueta y corbata, o de los que han hecho de la pantallita un apéndice de la mano que les calma, cuando a mí me pone ansioso y me deprime. Puestos a vivir en una burbuja, mejor independizarse a una propia. La mía, la que yo me imagino, tiene las calles anchas y en ellas la gente no habla de lo que pasa, sino de lo que les pasa. Gesticula al hablar con las dos manos y lleva siempre los bolsillos vacíos. La boca agria se te pone de forma natural, con lo que lleves en el vaso después de unas cuantas. Y se hace lo que se puede, nunca lo que se debe. Está invitado el que quiera pero, ya aviso: chavales, no enfadarse.

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