Editorial ABC

Seguir en guardia contra el yihadismo

El autodenominado Daesh ha sido derrotado en el desierto sirio pero para los ciudadanos europeos no se ha terminado la amenaza del islamismo violento

ABC

Es difícil ignorar que tanto los servicios de seguridad y la Justicia británica tienen que sacar sus propias conclusiones por las circunstancias que han rodeado el último atentado terrorista en Londres. El autor de este crimen odioso es un individuo bien conocido por sus inclinaciones extremistas, que había sido condenado por ello y liberado de prisión a pesar de que no había dado señales de haber superado esa intoxicación espiritual profunda producida por el integrismo islámico. Los responsables de la lucha antiterrorista habían reducido el nivel de alerta en todo el país apenas unos días antes de que sucediera este nuevo ataque que ha costado la vida a dos personas. Es evidente que la seguridad total no existe y que es imposible controlar a todos los sospechosos que eventualmente pueden dar el salto a la acción violenta. Sin embargo, sería ilusorio creer que si bien Daesh ha sido derrotado en el desierto sirio para los ciudadanos europeos no se ha terminado la amenaza del islamismo violento. En un mundo globalizado, los terroristas van a aprovechar todos los resquicios, tanto en el mundo árabe como en las sociedades occidentales y por ello es necesario no bajar la guardia ante una amenaza real que, por lo que hemos visto hasta ahora, no parece pasajera. Dentro de este escenario se enmarca la espinosa decisión de ciertos gobiernos, entre ellos el actual ejecutivo en funciones en España, de repatriar a aquellos nacionales o residentes que en su día optaron voluntariamente (muchas veces violando la ley) por sumarse con entusiasmo a la orgía sangrienta del autodenominado «califato» en tierras de Siria o Irak. Como demuestra lo sucedido en Londres, es legítimo que aquellas personas que han estado en contacto estrecho con este tenebroso mundo sean consideradas sistemáticamente como una amenaza para la sociedad, y puestas bajo vigilancia.

Como ya hemos sostenido innumerables ocasiones, una parte de la lucha contra esta aberración religiosa debe ser llevada a cabo por los propios musulmanes, para evitar que el nombre de su fe siga siendo manchado por estos impostores violentos que intentan obligar al mundo a retroceder hasta el siglo VI. Pero a los países libres les corresponde por su parte seguir hostigándoles en todas direcciones y por todos los medios, porque tenemos el derecho y la obligación de defendernos.

Comentarios
0
Comparte esta noticia por correo electrónico

*Campos obligatorios

Algunos campos contienen errores

Tu mensaje se ha enviado con éxito

Reporta un error en esta noticia

*Campos obligatorios

Algunos campos contienen errores

Tu mensaje se ha enviado con éxito

Muchas gracias por tu participación