EDITORIAL ABC

Vox se precipita

Sacar a la luz un acuerdo confidencial con el PP y victimizarse ante la opinión pública sienta un mal precedente para la confianza recíproca y tampoco otorga a Vox más margen de actuación

El portavoz de Vox en el Congreso y del comité negociador de estos pactos, Iván Espinosa de los Monteros, EFE

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Mientras sigue en el aire el gobierno de la Comunidad de Madrid, Vox ha aumentado su presión sobre el Partido Popular con el anuncio de que rompe el acuerdo nacional de participación en los equipos municipales donde los populares podían alcanzar la alcaldía. Además, los dirigentes de Vox han difundido el acuerdo confidencial por el que los populares se comprometían a ceder a los del partido de Santiago Abascal «concejalías de gobierno y responsabilidades directivas en entes municipales». Esta asignación de cargos tenía dos condiciones: debía realizarse en un plazo de veinte días naturales desde la investidura del alcalde y el número de cargos debía estar en proporción a los resultados electorales de Vox.

La dirección de Vox dice sentirse engañada por el PP, aunque los populares alegan que están en plazo para cumplir las condiciones del acuerdo. Es posible que el PP esté teniendo más dificultades de las previstas inicialmente para cumplir su pacto con los de Abascal, y que estos sospechen que tanto PP como Ciudadanos mantienen una doble moral con ellos, que les permite beneficiarse de sus votos, pero no compartir gobiernos. Aunque fuera así, Vox ha reaccionado de una manera desproporcionada, aunque con cierto sentido táctico, dado el momento que está viviendo. Las últimas encuestas, entre ellas la de GAD3 para ABC, demuestran que Vox pierde apoyos de forma muy significativa a favor del PP, al mismo tiempo que algunos de sus dirigentes territoriales realizan declaraciones fuera de lugar sobre la sentencia del Tribunal Supremo que condena a La Manada o sobre la ministra de Justicia en funciones, Dolores Delgado. Estas manifestaciones sólo consiguen reforzar los argumentos de quienes quieren encajonar a Vox en la radicalidad, incompatible para el pacto político. Sacar a la luz un acuerdo confidencial con el PP y victimizarse ante la opinión pública sienta un mal precedente para la confianza recíproca, y tampoco otorga a Vox más margen de actuación que el que tiene ahora, porque su opción alternativa al acuerdo con los populares no debería ser la de permitir gobiernos de izquierda.

Los dirigentes de Vox no han jugado con habilidad sus bazas electorales -muchas e importantes- ante la renuencia del PP a contar con ellos en los gobiernos municipales, objetivo al que se puede llegar de muchas maneras sin necesidad de romper el secreto de un pacto. Es comprensible que Vox esté preocupado por el descenso sufrido entre las elecciones generales del 28-A y las municipales y autonómicas del 26-M, pero el terreno que se pierde en política sólo se recupera con tesón y sin levantarse de la mesa antes de tiempo.

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