EDITORIAL

El peligro de ceder ante el separatismo

La moción de censura ha destruido por completo el «bloque constitucional» de partidos que se conjuraron para poner fin al golpe de Estado protagonizado por Puigdemont

El presidente de la Generalitat, Quim Torra, durante su intervención en la conferencia inaugural del 29 Encuentro Empresarial en el Pirineo ABC

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Las políticas de «gestos» con la Generalitat de Cataluña son peligrosas, especialmente si Joaquim Torra insiste en repetir un referéndum ilegal como el del 1-O y proclamar la «república» catalana. Pedro Sánchez ha pasado de aplaudir la aplicación del artículo 155 a plantear el desmontaje por partes del andamiaje constitucional en Cataluña. Diálogo, una palabra sobredimensionada cuando una de las dos partes se niega a renunciar a su chantaje, no es sinónimo de cesión. Y lo que apunta Sánchez con su discurso sobre Cataluña es ceder. El compromiso del PSOE con la unidad de España debe ser inalterable por más que pretenda recomponer los añicos del desastre causado por el separatismo. Reabrir las « embajadas » separatistas en el extranjero, permitir que TV3 siga campando a sus anchas mientras ataca a España con mentiras y manipulaciones sistemáticas, o generar la atmósfera propicia para la excarcelación de los políticos presos pendientes de juicio son errores que no van a disuadir al independentismo de su objetivo: dar otro golpe de Estado contra la democracia , como repite Torra una y otra vez. También es inútil ofrecer a Cataluña una revisión de su Estatuto para aprobar ahora, mediante leyes orgánicas, lo que el TC declaró ilegal en 2010. Sería pervertir el espíritu de nuestras leyes, forzar al Congreso a una virtual reforma constitucional por la vía de los hechos consumados y desautorizar a los tribunales. Podemos , muy descolocado en el nuevo escenario en el que Sánchez se ha convertido en la referencia de la izquierda tras la moción de censura, empieza a perder los votos que recupera el socialismo. Entregarse a Torra, como ha hecho Iglesias, convertido en cooperador necesario del separatismo para no perder apoyo social en Cataluña, es una indignidad en la medida en que transmite el mensaje de que, con Rajoy ausente y el PP en pleno proceso sucesorio, todo valdrá para poner en cuestión la unidad de España. Iglesias visitó ayer a varios de los golpistas presos, en una operación de propaganda para recuperar la iniciativa que le ha birlado Sánchez.

La conclusión es que la moción de censura ha destruido por completo el «bloque constitucional» de partidos que se conjuraron para poner fin al golpe de Estado protagonizado por Carles Puigdemont. Ciudadanos , partido que ganó los comicios en Cataluña, sigue desaparecido. El PP está tratando de recuperarse con respiración asistida, y el PSOE, con solo 84 escaños, prometiendo al nacionalismo vasco y al separatismo catalán lo que hace solo dos meses rechazaba. El silencio en el sector más constitucionalista del PSOE empieza a ser ominoso, y Josep Borrell , ministro de Asuntos Exteriores de Sánchez, ha modulado demasiado rápido el ejemplar discurso que mantenía contra los golpistas meses atrás. Ceder ante el nacionalismo nunca le salió bien a PP y PSOE .

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