«Nosotras y nosotros»

Ya, ya... y bien callado cuando Irán, que le paga, ejecuta a una mujer maltratada

Luis Ventoso

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Zeinad Sekaanvand , de 24 años, tuvo un hijo el lunes y ayer murió, solo dos días después del parto. No se debió a ninguna complicación médica. La ejecutaron. Fue ahorcada en la cárcel de Euromien, al Norte de Irán, por un crimen que había cometido siendo menor, a los 17 años. Su historia, espantosa, da idea de los horrores cotidianos de la República Islámica de Irán. Zeinad, de origen kurdo, era de familia pobre y se escapó de casa buscando medrar en la vida por vía matrimonial. A los catorce años se casó con un muchacho de diecinueve de una extracción más próspera. De inmediato comenzaron los maltratos, que pronto derivaron en palizas, insultos y vejaciones diarias. Cuando ya parecía que nada podía ir peor, su cuñado comenzó a violarla. A los 17 años, en 2012, Zeinad estalló y acuchilló a su marido hasta morir. Fue detenida y retenida veinte días en comisaría, sin abogado, sometida a torturas para que confesase lo obvio. Ya en la cárcel tampoco se le permitió la asistencia de un letrado, figura que solo apareció en el juicio, donde no se le permitió apelar.

El hecho de que cuando cometió el crimen era menor de edad, y los extraordinarios padecimientos que le provocaba su marido, no fueron tenidos en cuenta como eximentes. La justicia iraní lo vio claro: había matado a su esposo, por lo tanto, tocaba pena de muerte en la horca. Durante cuatro años permaneció en el corredor de la muerte, donde junto a otras reclusas organizó una huelga de hambre por el pésimo trato (por ejemplo, en lo más duro del invierno les retiraban las mantas a modo de penitencia). Su historia provocó una corriente internacional de simpatía, con campañas reiteradas implorando clemencia al régimen iraní. En su último año de vida contrajo matrimonio en el corredor de la muerte. El pasado domingo parió a ese bebé que nunca recordará la cara de su madre. La teocracia iraní ha tenido un único gesto con la familia: les han devuelto el cadáver para que la sepulten. A Zeinad Sekaanvand solo la conocemos por una única foto: se ve a una joven de ojos profundos, rostro pálido y una cara bonita enmarcada por el opresivo velo negro. Es una más de las 84 mujeres ejecutadas en Irán desde que Rohaní se convirtió en presidente en 2013.

Podemos, un partido híper feminista. «Nosotras y nosotros». «Las compañeras y compañeros». Las coletillas políticamente correctas con que el líder abre cada comparecencia. Algunos de sus diputados de sexo masculino incluso hablan solo en género femenino, tal es el grado de implicación podemita con la causa de las mujeres. Pues bien, no se escuchará un solo comentario de Iglesias sobre el crudelísimo ahorcamiento de Zeinad Sekaanvand. Y es que el líder comunista y feminista, dueño de una moral elástica y multiusos, sigue cobrando de Hispan TV, el canal en España del Servicio de Radiodifusión de la República Islámica de Irán. Allí emite un programa muy combativo, «Fort Apache», donde no deja títere con cabeza. Fariseísmo en vena. Las lecciones de un cantamañanas.

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