Mitología a crédito
Actualizado: GuardarUna de las ventajas del nacionalismo consiste en que al estar fundado sobre una superstición no tiene problemas con sus contradicciones: los mitos no se justifican. La eficaz creación de una realidad virtual sirve para encontrar explicaciones simples a través de un marco mágico cuya única condición es que los propios nacionalistas se lo crean a pies juntillas, tal como los niños creen en los Reyes sin cuestionarse sus evidentes puntos flacos. Sentada a través de este pensamiento fantástico la premisa fundamental –España nos roba, por ejemplo–, todo cuadra sin discordancia alguna; la aceptación incuestionada de una mentira solventa cada paradoja, cada contrasentido, cada duda.
Así el Gobierno catalán, que quiere poner en marcha su propia Hacienda, puede acudir sin remordimiento a pedir al Estado el dinero que le falta porque se lo ha gastado en construir su quimera soberanista. Cero vacilaciones: en su ilusoria autoconvicción victimista sólo reclama parte de lo que considera enajenado por España. La superchería del expolio alimenta con sencillez su contabilidad política: no se trata de pedir un rescate sino de exigir una devolución. En la conciencia nacionalista, Cataluña tiene déficit porque no recibe lo que le corresponde, y por tanto la negociación de la deuda no constituye una súplica sino un requerimiento. En vez de admitir un fracaso, ventilan un agravio. Y disfrazan de acuerdo bilateral lo que no es sino un chantaje.
Puigdemont y Junqueras saben que se les va a atender por dos razones. Primero porque el Estado no puede desentenderse de los ciudadanos catalanes, a los que el independentismo toma de rehenes en su dispendio. Y segundo porque el impago autonómico arrastraría la solvencia española en los mercados financieros. Por eso Montoro afloja adelantos a cuenta de la liquidación territorial –es decir, en perjuicio de otras comunidades más cumplidoras– para que los funcionarios de la Generalitat puedan cobrar su nómina. Y por eso Guindos ha mediado ante las agencias de rating para evitar que el bono catalán entre en la categoría de basura. España al rescate. También de sí misma: los secesionistas son españoles aunque no quieran.
Pero ese rescate ha de tener contrapartidas para que los chantajistas no salgan indemnes y para que no triunfe su discurso ventajista. Garantías y control. Si el Gobierno pone dinero tiene que fiscalizar su gasto. Impedir que el aval sirva para sufragar elprusés, las políticas excluyentes, el separatismo identitario. Imponer la disciplina financiera común. Y sobre todo evitar que los fondos de solidaridad alimenten un conflicto insolidario. En suma, imponer la realidad frente a la fantasmagoría, la responsabilidad frente a la provocación, la exactitud frente a la mendacidad. Demostrar que hay un modo de desmontar los mitos, y consiste en dejar que los paguen quienes creen en ellos.
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