Miradas sobre la pandemia

Sistema sanitario y gestión de pandemias

El médico adjunto del Hospital Universitario de la Paz escribe en ABC: «Que el confinamiento sea la única salida solo evidencia el gran fallo del sistema»

Un miembro de ambulancias se coloca el traje EPI durante la pandemia de Covid-19 EP

Juan José Bestard Perelló

Ser el país con más infectados y muertes por población exige reformas . La crisis del Covid-19 nos ha enseñado mucho, además de dar a conocer al ciudadano que no dispone de uno de los mejores sistemas sanitarios del mundo, también que los buenos resultados en planificación y gestión son incompatibles con los errores.

Para que el sistema sanitario español pueda llegar a estar entre los mejores, debe contar con las condiciones que lo permitan. Una vez que ya dispone de unos excelentes profesionales de la salud, el segundo requisito son sus gestores . Así, la primera condición es cualificar en la excelencia a los profesionales que vayan a dirigir, gestionar y planificar la sanidad y, por descontado, la salud pública. La segunda: exigir una carrera profesional que impida nepotismos, iniciándose en los puestos más básicos. Por último, dotar de una escala retributiva justa, que cumpla con criterios generales de la Administración. Miremos a Francia .

La dirección, gestión y planificación sanitaria no necesita de técnicas innovadoras, sino de métodos sólidos y contrastados . No puede haber gestores de fondos públicos que no conozcan a la perfección toda la legislación europea, estatal y autonómica presupuestaria, de compras y de contrataciones públicas o que no dominen las bases de su área de trabajo, salud pública, farmacia o asistencia sanitaria, entre otras, o que no conozcan en profundidad la economía de la salud, el derecho sanitario y las disciplinas de planificación, sin olvidar un perfecto uso del idioma inglés.

La ejecución presupuestaria de los sistemas sanitarios públicos cuenta con dificultades propias: poca previsibilidad y alta variabilidad del servicio asistencial ; la naturaleza del servicio, incide directamente sobre la salud de las personas; la gran presión que ejercen los nuevos procedimientos diagnósticos y terapéuticos; las especiales condiciones demográficas de la población occidental; la aparición de nuevas enfermedades; y, por último, los efectos devastadores de las pandemias.

No caer en la trampa de discursos equidistantes que lo arreglan todo con dos palabras mágicas: coordinación y gestión. Desde que la coordinación ha pasado a ser una acción y no un efecto de lo que está bien engranado, producto de una estricta definición y planificación, se han cometido dejaciones e inflado los ministerios de asesores. Un motor de un coche o un sistema informático son ejemplos de que un minucioso diseño y protocolización genera el milagro, la coordinación. Así, coordinación es un efecto que no deriva de un coordinador sino de una cuidadosa planificación de todos los procedimientos implicados en cualquier sistema.

No es suficiente con blandir retóricamente soluciones milagrosas, sino que se precisa una carrera profesional jerarquizada en los puestos de gestión, dirección y planificación, vital en organizaciones con muy alta cualificación profesional. Son conocidas por todos las carreras de los funcionarios de la Administración Pública, de los militares o del profesorado de las Universidades.

El sistema sanitario español además padece de una segunda patología crónica, insuficiencia presupuestaria . Esta dolencia data desde que en 1986 se aprobara con prisas la polémica Ley General de Sanidad. Esta norma 'gruyer', con claros y oscuros, conllevó que en 1989 se iniciara un debate profundo e intenso finalmente liderado por el Informe Abril en 1991 –Informe sobre el análisis, evaluación y propuesta de mejoras en el Sistema Nacional de Salud–.

En el Reino Unido, después de varias reformas sanitarias frustradas, pasaron de un «gasto sanitario público en relación al producto interior bruto» (GSP/PIB) de 4,73% en el año 2000, en España era 4,86%, a un GSP/PIB en el año 2018 de 7,53%, en España fue 6,24%. Mientras el Reino Unido en 18 años ha incrementado su GSP/PIB en un 60%, con una inflación acumulada del 36,75%, España lo ha hecho tan solo en un 28%, con una inflación acumulada del 36,72%. Ambos países están muy lejos del GSP/PIB de Alemania (9,58%), Francia (9,32%), Suecia (9,26%), Dinamarca (8,84%), Holanda (8,16%), Bélgica (8,02%) o Estados Unidos (14,32%).

La mejora del sistema sanitario no requiere de privatizaciones ni de reformas complejas en sus modelos de gestión, sino que es suficiente con un presupuesto ajustado a la población cubierta por las prestaciones de la Seguridad Social y por los servicios del Sistema Nacional de Salud, con un sistema directivo eficaz y con un Estado que ejerza sus competencias.

La tercera patología crónica del sistema sanitario es el cumplimiento de las competencias propias del Estado. Sin recentralizar competencias, el Estado debe ejercer sus obligaciones en Salud Publica mejorando, ahora sí, la Ley General de Salud Pública.

El Estado no está para recoger estadísticas , sino que desde un Centro Nacional de Epidemiología eficaz y con un modelo de gestión de epidemias solvente y previamente definido y ensayado, ejercer el control, desde el minuto cero, frente a cualquier sospecha. Si bien no se pueden tener 'stocks' de todos los productos necesarios para una pandemia, si se pueden tener definidos los productos y los equipos y sus estándares de homologación, calculadas las cantidades y su aprovisionamiento o si falla este, los sistemas alternativos para su inmediata fabricación interna. El diseño previo de los mensajes de aislamiento social y de cada una de las medidas legales extraordinarias que han sido necesarias, es inexcusable. Modelo Alemán. La improvisación es inaceptable en un país que sufrió la crisis del Ébola en el año 2014, es negligente. Que el confinamiento sea la única salida solo evidencia el gran fallo del sistema.

Lo básico es disponer de un presupuesto público suficiente, que el Estado ejerza sus competencias y que todos los gestores de la sanidad hablen el mismo lenguaje , desde el ministro hasta el director del Hospital Insular Ntra. Sra. de Los Reyes, por poner un ejemplo. Una vez conseguido esto, con los excelentes profesionales sanitarios que ya dispone España, solo hace falta que los gestores y planificadores estén a su altura y entonces podremos plantearnos poder tener uno de los mejores sistemas sanitarios del mundo, a un coste razonable. Mientras tanto puede ocurrir lo peor, y lo cierto es que ya ha ocurrido. Urge una reforma básica del sistema sanitario español, en lo básico, pero en profundidad.

* Juan José Bestard Perelló es médico especialista en medicina preventiva y salud pública, médico adjunto del Hospital Universitario la Paz y copresidente de la Sección de Derecho Sanitario y Farmacéutico del Ilustre Colegio de Abogados de Madrid.

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