Iglesias se va, Neurona le delata

Es una buena noticia que el líder de Podemos deje La Moncloa y el Parlamento. Además se despide con un informe demoledor de la UDEF por la corrupción del partido, y con una dura crítica de EE.UU. por atacar la libertad de prensa

Editorial ABC

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Esta vez la maquinaria de propaganda del Gobierno no quiso que hubiese aplausos en la despedida de Pablo Iglesias como vicepresidente segundo. Eso La Moncloa solo lo reserva para Pedro Sánchez. Pero es que ni siquiera el equipo de Sánchez permitió al líder de Podemos comparecer públicamente por última vez en la sala de prensa del Consejo de Ministros, y tuvo que despedirse con un vídeo privado en el que sugirió que el Gobierno de coalición tiene fecha límite y que Podemos carece de más cheques en blanco para el PSOE. Sea cual sea el futuro que le deparen las elecciones de Madrid, su desaparición del Congreso y de La Moncloa es un alivio para los españoles. Su bagaje de gestión es nulo. O más bien sonrojante, porque solo se ha dedicado a enredar, a lavar en público los trapos sucios del Ejecutivo, a pervertir el sentido de las instituciones y dañarlas, y a desdeñar con prepotencia a los españoles. Y todo, sin ejercer ni una sola de sus funciones como vicepresidente encargado de asuntos sociales, y sin visitar una sola residencia de ancianos o un hospital durante la pandemia más dramática del planeta en un siglo.

Iglesias llegó a donde nunca debió haber llegado porque se propuso destrozar la España democrática que nació con la Transición. Pero engañó a millones de personas y pretende seguir haciéndolo. Por eso la oportunidad que brindan ahora las urnas a los madrileños es de oro para cerrarle el paso definitivamente e impedir su retorno a la política, porque nadie ha hecho tanto daño a la pacífica convivencia ideológica de millones de ciudadanos en tan poco tiempo.

Iglesias es un líder en proceso de caducidad que también ha causado perjuicios irreparables a su propio proyecto político. Prescindió del equipo fundacional de Podemos muy rápidamente, inició un proceso de depuraciones a la soviética y manejó a su antojo purgas y criminalizaciones personales contra cualquier dirigente de Podemos que discrepase de él. Convirtió al partido en una burbuja de casta a su imagen y semejanza, y en ese coto cerrado premia o castiga a su conveniencia. Más aún, ha convertido a Podemos en un instrumento para el enriquecimiento de algunos selectos dirigentes de su entorno que están siendo investigados en los Tribunales. ABC desvela hoy un informe de la UDEF, remitido al juez que investiga si hubo financiación ilegal de ese partido, en el que la policía judicial cuestiona las coartadas presentadas por la formación política para justificar los pagos a la consultora-tapadera Neurona. Más aún, el informe identifica decenas de archivos del partido que no tienen nada que ver con la campaña electoral de abril de 2019, que era el ‘gancho’ para los pagos, por lo que muchos de aquellos gastos parecen ser puro maquillaje contable. Incluso, constan conversaciones en las que uno de los implicados en la realización de trabajos pregunta a través de internet cómo podía alterar técnicamente la fecha de los archivos para falsear el momento real en que se hizo la asesoría electoral. Los dirigentes de Podemos tienen a su favor la presunción de inocencia que siempre negaron a cualquier miembro de otros partidos. Pero un informe de la UDEF suele tener a nivel judicial una validez extraordinaria, y lo que se constata en él es tal cúmulo de irregularidades no explicadas aún por Podemos, que necesariamente tendrá que verse ampliada la lista de imputados. Al tiempo.

La salida de Pablo Iglesias del Gobierno y del Parlamento se salda además con otro inopinado reproche, esta vez del Departamento de Estado norteamericano, que en la última edición de su informe sobre la situación de los derechos humanos en el mundo denuncia que el Gobierno de coalición Sánchez-Iglesias comete actos de «violencia y acoso» contra la libertad de expresión y, en especial, contra la prensa conservadora. No es una novedad que miembros concretos de este Gobierno han dirigido «ataques verbales directos» a periodistas y medios. Lo nuevo es que sea una diplomacia como la estadounidense la que tenga que constatar, denunciar y lamentar que en España se estén vulnerando libertades fundamentales utilizando para ello la mesa del Consejo de Ministros. El que deja Iglesias es, en efecto, un Ejecutivo que ha amenazado con cerrar medios privados y con encarcelar a periodistas. Por eso, Estados Unidos alerta contra los peligros del populismo extremo, ese que tan bien ha representado Iglesias para sus estrictos intereses personales, y que tan mal está sentando a la salud de nuestra democracia.

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