EDITORIAL

La descomposición de Podemos

El partido de Iglesias se está manifestando como lo que siempre fue, una iniciativa inconsistente que nació de los estímulos del zapaterismo y del 15-M y que no ha resistido los embates de la realidad

Errejón en rueda de prensa EFE

ABC

La dimisión de Íñigo Errejón como diputado de Unidos Podemos pone la crisis de este partido a un paso de la escisión formal, porque materialmente esta ya se produjo cuando el que fuera cofundador de Podemos con Pablo Iglesias decidió sumarse a las filas de Manuela Carmena. La breve historia de Podemos es fiel reflejo de la identidad histórica de la extrema izquierda, jalonada por purgas y enfrentamientos internos. Y Pablo Iglesias, como exponente cualificado del autoritarismo comunista, no hace otra cosa que eliminar políticamente a sus adversarios, aunque, en este caso, la apuesta puede salirle muy cara. La pregunta ahora es qué va a pasar en la extrema izquierda, porque el movimiento de salida de Errejón no será gratuito. Aunque afirma que sigue en el partido, su baja como parlamentario es un paso irreversible para la creación de una fuerza política que, antes o después, convergerá con el PSOE. Mientras Iglesias quería suplantar al PSOE en el liderazgo de la izquierda, Errejón siempre apostó por una política de acuerdos con los socialistas. Fue, en este sentido, la cara amable de Podemos, aunque no menos doctrinario que su camarada Iglesias.

En un momento político caracterizado por la conformación de una mayoría alternativa a manos de PP, Ciudadanos y Vox, la izquierda empieza a implosionar. Ha sufrido el trauma de la pérdida del poder en Andalucía, al que seguirá la depuración implacable del «susanismo», pese a que Pedro Sánchez es tan responsable de la derrota como la propia Susana Díaz. Y ahora el aliado preferente del PSOE se adentra en una guerra civil a cuatro meses de unas elecciones locales y europeas cruciales para el proyecto del Podemos. Este partido se está manifestando como lo que siempre fue, una iniciativa inconsistente que nació de los estímulos del zapaterismo y del 15-M, y que no ha resistido los embates de la realidad. Sobrevive gracias a las marcas territoriales y a candidaturas autónomas, como la de Carmena, que ahora, tras la incorporación de Errejón, aumentarán la decadencia política de Pablo Iglesias. Para el Gobierno, esta crisis de Podemos añade más incertidumbre a los Presupuestos Generales del Estado para 2019, porque Iglesias necesitará reforzar su protagonismo para compensar la salida de Errejón y su alternativa es hacerlo con el PSOE, dando la razón a su exnúmero dos, o contra el PSOE, forzando un adelanto electoral y, quizás, un cambio de Gobierno.

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