Urgencias que caben en la maleta

Hay que ser coherente. Sobre todo, en la vida política e institucional. Lo ideal es que, también, fueran ejemplares nuestros representantes. Pero, al menos, coherentes. Eso no es negociable. Es una línea roja -por adoptar su lenguaje- que nunca debemos dejarles cruzar. El alcalde de Cádiz ha decretado, desde que llegó al cargo, sin esperar cien ni diez días, la emergencia social. Según asegura, cientos de niños, miles de familias están en una situación dramática. No pueden acceder a los alimentos esenciales ni a otras necesidades básicas. Según esa versión, la pobreza es una lacra en Cádiz y durante años nadie ha hecho nada por combatirla. Bien al contrario, se ha fomentado el crecimiento de la miseria entre los vecinos.

Según ese discurso, no hay un minuto que perder y todas las actuaciones deben ir encaminadas a solventar esta presunta realidad. Hasta ahí, aunque miles de gaditanos duden o discrepen de que la situación sea tal, puede respetarse la percepción. En cambio, resulta más difícil comprender la incoherencia que supone un viaje de placer político del alcalde. Con ese trágico escenario, según el propio regidor, ningún responsable municipal debería abandonar durante 48 horas Cádiz para participar en un acto de alcaldes de Podemos o Bildu sin más finalidad que conseguir rentabilidad electoral. Juan Manuel Pérez Dorao, concejal de Ciudadanos, criticó ayer con toda lógica que José María González se marche alegremente al encuentro 'Ciudades por el cambio' cuando tantas «urgencias» tiene la ciudad. La oposición le recuerda que, además de la pobreza, hay asuntos muy graves pendientes a los que no se les ha dedicado aún ni un minuto, ni un kilómetro. Por usar palabras del concejal, es asombroso que «aún no haya ido a Sevilla a resolver la situación de la Escuela de Hostelería y sí tenga tiempo en su agenda para ir a Barcelona a un acto más de partido que de ciudad». Incoherencia.