Un antídoto contra el desastre

¿Puede la educación ambiental ayudar a evitar una catástrofe? No parece la única solución, pero sí una más de las respuestas de esa lucha global para abordar retos a los que nos enfrentamos tan importantes como el cambio climático.

El biólogo y educador ambiental Raúl de Tapia, director de la Fundación Tormes-EB , explica a ABC Natural las bondades de la educación en la lucha por preservar el medio ambiente desde edades tempranas, donde defiende el contacto con el medio ambiente en el entorno escolar: «Uno de los mayores valores que se le puede aportar a un centro educativo es que se le coloque un bosque en el interior de su patio o un arboreto o un espacio verde con arbolado -comenta De Tapia-. Si un escolar, desde que entra en Infantil hasta que sale en segundo de Bachillerato, ha estado en contacto directo y continuo con la naturaleza va a seguir demandando esa naturaleza. Porque si tienes naturaleza en el patio la cantidad de asignaturas o áreas de conocimiento con las que se pueden trabajar son infinitas, desde la Educación Plástica a las Matemáticas pasando por el Conocimiento del Medio o los Idiomas. Si me apuras, hasta Filosofía, como hacían los antiguos peripatéticos, que paseaban por la naturaleza para reflexionar».

Sin embargo, este educador lo tiene claro y apuesta por llevar la educación ambiental más allá de los niños y niñas: «La educación ambiental puede ayudar a evitar una catástrofe, pero tiene que ser generalizada, no solo para escolares, también para adultos. Porque son los adultos los que toman la mayor parte de las decisiones en el nivel ambiental, de gestión y empresarial».

Las investigaciones sobre el COVID-19 revelan que en su origen han influido, entre otros, la degradación de los ecosistemas, una barrera natural que tenemos para evitar que las enfermedades pasen de animales a humanos. Otro motivo más para considerar la educación como una herramienta indispensable para intentar evitar las catástrofes y, sobre todo, para pasar a la acción: «Estamos en la enésima cumbre del clima, en el enésimo tratado, en el enésimo manifiesto. Lo que hace falta son hechos. La estrategia es la acción en beneficio común ». La educación ambiental aporta el convencimiento de que estamos en la etapa de las consecuencias, según Raúl de Tapia, que nos aboca «a un cambio de paradigma. Los modelos tienen que ser otros».

En el debate sobre cómo desarrollar contenidos sobre medio ambiente en Primaria o Secundaria, De Tapia apuesta más por los docentes que por los cambios en la legislación. Solo pide «quitar carga burocrática al profesorado para que tenga más tiempo de educar en la naturaleza, en sentido amplio, a los alumnos». El cambio hacia hábitos más saludables mejora el planeta. Porque la educación ambiental sirve para modificar el entorno y cambiando el entorno cambiamos el mundo. «Somos lo que vemos -aclara De Tapia-. Si cambiamos el entorno de nuestro barrio y lo hacemos más saludable, nos preocupamos porque haya más arbolado en las calles, matorrales, alcorques corridos que permitan que la vegetación crezca de manera más desarrollada estaremos también cambiando el mundo. Y si todo eso se va abriendo en escala, al final el cambio puede ser más amplio de lo que nos imaginamos. No solo corresponde a quienes toman las grandes decisiones en la política o en la empresa. También cada uno de nosotros tenemos esas capacidades, a otra escala y a otro nivel, pero podemos cambiar nuestro entorno inmediato».

Una llamada a la acción individual que Raúl sintetiza bajo la frase «Educarse en la naturaleza es algo que la especie humana lleva haciendo desde el principio de existencia. Y así debe seguir siendo».