Un cazador denuncia a la protectora que esterilizó a su perra para salvarla

«Jara» es el nombre de la hembra de raza podenca que ha suscitado el enfrentamiento en los tribunales entre la entidad animalista ARCA Sevilla y un cazador de Jérez de la Frontera.

Los hechos se remontan al año 2011, cuando avisan a los miembros de la citada plataforma de que Jara se encuentra merodeando por la localidad de Alcalá de Guadaira. Tal y como explican desde ARCA, tardaron varios días en capturar al can; «solo pudimos rescatarla cuando ella ya no pudo más», recuerdan. Los veterinarios que la revisaron sugirieron su esterilización inmediata «ya que tenía una piometra muy avanzada (acumulación de secreciones y pus en el útero)», detallan en una nota.

Desde la entidad aseguran que se pusieron en contacto con el dueño que aparecía vinculado al chip de la perra sin éxito.

Sin embargo, cuando ambas partes hablaron, el dueño de Jara amenazó a ARCA con denunciarlos, dado que destinaba a su podenca a la cría y, en su opinión, la plataforma había «inutilizado» al animal, reclamando una cantidad de 10.800 euros, siguiendo el asesoramiento de el Club Podenco.

Aún convaleciente, el mentado cazador de Jérez de la Frontera «metió a Jara en el maletero de un coche cuando fue a recogerla». Desde entonces, «no hemos sabido nada de la perra», se lamentan desde ARCA.

Ayer se celebró en Sevilla el juicio. Y en un par de meses se conocerá la sentencia. «Nuestra impresión ha sido positiva; confiamos en que se imponga el sentido común y se haga justicia», manifestó la presidenta de la entidad animalista. «El dueño de Jara, tal como él mismo reconoció, no está dado de alta como criador, ni como autónomo, ni en Hacienda con ninguna declaración de actividades económicas como criador», subraya la plataforma. Además, la perra Jara aparece en el Registro Andaluz de Identificación Animal como «animal de compañía», y en ningún caso con finalidad de cría, insisten.

«Lo que el dueño de Jara solicita por la "no venta de los cachorros", correspondiente a someter a la perra a dos partos al año durante 10 años, roza el maltrato animal», esgrimen desde la entidad, basándose en las manifestaciones del técnico durante el juicio: «Sometería a la podenca a tal desgaste biólogico que probablemente hubiera supuesto un gran perjuicio para su salud».