Conducción invernal: todo lo que debes saber para viajar seguro con lluvia, viento o nieve

Las dificultades climatológicas y la menor cantidad de horas de luz complican los desplazamientos durante los meses más fríos del año. Los expertos recomiendan llevar el mantenimiento al día y planificar la ruta

U. Mezcua, A. F. Vergara

Conducir en invierno es un reto. Durante los meses más fríos del año, la lluvia, el viento o la nieve suponen una dificultad añadida, a la que se suman las menores horas de luz debido a la posición de la Tierra respecto al Sol. Por ello, conviene extremar las precauciones, planificar la ruta y una dosis extra de prudencia y sentido común para llegar sin sobresaltos al destino.

Pese a que durante los meses invernales los índices de movilidad son mucho más bajos que en otras estaciones del año, la siniestralidad es elevada. Según datos de la Dirección General de Tráfico (DGT) , el 31% de los fallecidos corresponden a siniestros ocurridos durante el invierno, y algo menos, un 30%, a heridos hospitalizados.

«En invierno, los principales problemas son la escasa visibilidad y el pavimento deslizante», explica Jorge Castellanos , coordinador de seguridad vial del Real Automóvil Club de España (RACE). Las rutas más peligrosas son, como durante el resto del año, las vías secundarias, donde se producen, de media, el 80% de los siniestros. «En ellas se junta todo tipo de vehículos y se agravan todos los problemas que se pueden registrar durante el invierno», sintetiza Castellanos.

La mayor parte de los accidentes, un 80%, tiene lugar en condiciones de lluvia , lo que durante los inviernos de 2012, 2013, 2014 y 2015 causó 11.655 siniestros con víctimas. A mucha distancia se sitúan los ocurridos en situaciones de niebla, que supusieron poco más del 7% y unos 1.000 accidentes; viento fuerte (5,54% y 808) y granizo (4,7% y 693). Llamativamente, la nieve solo tuvo un papel determinante en apenas el 2,09% de los siniestros, causando 308 choques con víctimas, entre los que se incluyen heridos y muertos contabilizados durante los 30 días posteriores al choque.

«Antes de salir de viaje, lo más importante es revisar el vehículo», explica Castellanos. Antes de partir, el coche tiene que estar en perfectas condiciones, porque el clima puede ser mas severo de lo normal. «Primero hemos de comprobar todo lo que tiene que ver con la visibilidad. Revisar la luneta térmica, que muchas veces no encendemos durante meses, comprobar el limpiaparabrisas y los líquidos y limpiar los cristales», aconseja. También hay que comprobar la presión y el dibujo del neumático. Si el dibujo de éste está por debajo del límite permitido, 1,6 milímetros, será menos eficaz a la hora de desalojar el agua que encuentre en la calzada, lo que implica que, según datos de Continental, un coche cuyo «calzado» esté desgastado recorrerá, a 80 kilómetros por hora, hasta 18,6 metros más de distancia para detenerse.

Cansancio «extra»

«Más de un millón de vehículos circulan en España sin tener los neumáticos en condiciones», lamenta el experto del RACE, que también insiste en la necesidad de planificar la ruta, y las paradas, con antelación. «Podemos encontrarnos carreteras cortadas. Ademas, si conducimos con nieve o con lluvia nos cansamos más de lo habitual». También conviene llevar en el vehículo chalecos, una linterna y el depósito lleno de combustible, por si nos quedamos aislados, así como disponer de cadenas, y saber previamente cómo utilizarlas. «En ningún caso hay que circular a más de 20 kilómetros por hora con ellas puestas», recuerda.

Jaime González , director de la escuela de conducción del Comisariado Europeo del Automóvil (CEA), recomienda dar a los neumáticos la máxima presión indicada por el fabricante si vamos a circular por hielo o nieve y, una vez en marcha, adaptar la velocidad a las condiciones climatológicas, «utilizando la anticipación y mirando lejos para reaccionar mejor ante cualquier imprevisto y, sobre todo, mantener una mayor distancia de seguridad, equivalente al menos a 3 segundos respecto al vehículo que nos precede», explica. «Debido a la reducción de adherencia por el frío o el hielo, una vez iniciada la marcha hay que aumentar la distancia de seguridad porque tambien aumenta la distancia de frenado», abunda por su parte Jorge Castellanos, del RACE.

«La conducción debe ser muy suave, con marchas largas, intentando tocar el freno lo menos posible y evitando coger velocidad. Y también reducir al mínimo los adelantamientos, que son la maniobra mas peligrosa, ya que muchas veces acaban en accidentes o salidas de la vía». Además, el experto recuerda que en situaciones de lluvia el momento más peligroso es cuando las precipitaciones comienzan a caer. «Con las primeras gotas es cuando el pavimento es más resbaladizo, porque el polvo de la vía forma un barrillo que provoca deslizamientos». Desde el CEA, no obstante, inciden en que frenar dentro de una curva, si no queda más remedio, no es ningún «inconveniente»: «en los vehículos modernos, con sistema ABS, éste evitará el bloqueo de las ruedas, por lo que podremos resolver algunas situaciones de forma satisfactoria, siempre que no nos hayamos pasado de velocidad», puntualiza González.

También es importante revisar con frecuencia el sistema de iluminación , ya que la nieve puede anular su efectividad al acumularse sobre los focos. Y, aunque estemos entrando y saliendo con cierta frecuencia del vehículo, evitar conducir con el abrigo puesto y quitar la calefacción, por dos motivos que desgrana el experto del RACE: «Primero, porque el sistema de ventilacion hace que no se acumule el vaho. Y porque conducir con abrigo resta efectividad al conductor», explica. La temperatura en el interior debe ser constante, ni muy fuerte ni muy baja, y debe rondar los 20 grados para evitar que los cristales se empañen.

Si la situación fuera continúa complicándose y la nieve se acumula, solo cabe redoblar las precauciones. «En ese caso, es necesario medir mucho la velocidad en curvas y tramos inclinados y no detener nunca el vehiculo en pendiente», afirma Castellanos, que recomienda no intentar rebasar a vehiculos parados si no estamos seguros de pasar. De otro modo, podemos bloquear la calzada, impidiendo el acceso de los vehículos de emergencia o a las quitanieve.

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