Cómo eran, en el siglo XIX, los primeros coches eléctricos

La llegada del Ford T y la bajada del precio del petróleo hizo que la industria dejara de lado la propulsión eléctrica en favor de los motores de combustión interna

Flocken Elektrowagen (1888)

A. Noguerol

Solo el 22 % de las personas que se plantean la adquisición de un vehículo nuevo optaría por uno de gasolina o diésel, mientras que el 78 % afirma que comprará un coche híbrido o eléctrico. Es una de las conclusiones de de la segunda entrega de la encuesta sobre el clima 2021-2022 que publica el Banco Europeo de Inversiones (BEI).

Aunque los coches de combustión siguen dominando el mapa de nuestras ciudades y carreteras, lo cierto es que en la historia de la automoción los coches eléctricos llegaron a ser más representativos que los de gasolina y gasóleo.

Así, principios del siglo XX los coches eléctricos llegaron a representar la gran mayoría del (todavía pequeño) parque automovilístico. Fue precisamente con la llegada del Ford T y la bajada del precio del petróleo cuando la industria los dejó de lado en favor de los motores de combustión interna. Algunos de los primeros automóviles eléctricos fabricados fueron el Flocken Elektrowagen (1888) o el modelo La Jamais contente (1899), que podía alcanzar los 105 km/h.

Los orígenes del coche eléctrico datan desde finales del siglo XIX, desde aquel entonces ya destacaban sus ventajas como ser un coche silencioso y en armonía con el medio ambiente, a diferencia de los de combustión.

Según el periodista e historiador Christian Manz, autor de los libros Los pioneros. 160 km/h y 307 km de autonomía (1870-1906) y Silenciosos y limpios, o La electricidad contra el agua y el petróleo (1905-1936), editados por Ediciones Doce Calles, «la historia del coche eléctrico es compleja que incluye las posibles presiones de la industria que pudieron relegarlas a un segundo plano».

La electricidad contra el agua y el petróleo (1905-1936) recoge los esfuerzos de las grandes compañías en la fabricación de los coches eléctricos, como el intento de Ford de construir un modelo eléctrico para las masas, así como la gran cantidad de eléctricos que existían ya entre 1895 y 1930.

España también ha contribuido con sus pioneros de la electromovilidad. Los antecedentes más concretos son los De La Cuadra (antecedente de Hispano-Suiza), los David eléctricos, los singulares Autarquia, el Fervelectric y el Santanach. Además, se aporta datos de que la propulsión híbrida haya sido inventado en España.

El primer auto-móvil fabricado en España -dejamos de lado el Bonet de 1889 que llevaba un motor de explosión Panhard- fue el La Cuadra. Este fabricante inició su andadura tratando de hacer un pequeño autobús eléctrico hacia 1897, pero debido al eterno problema de la escasa capacidad de las baterías de entonces, éstas se agotaban a los pocos metros dejando al vehículo parado. Trató de remediarlo montando un motor de explosión que fuese recargando las baterías, naciendo así uno de los primeros híbridos de la historia, lo que mejoró los resultados pero no lo suficiente, por lo que desistió de la electricidad y en 1899 presentó un automóvil con motor de explosión.

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