Las matriculaciones se despeñan un 69% en marzo, el segundo peor mes desde que hay registros

La actividad comercial lleva parada desde el pasado día 16, cuando se decretó el estado de alarma

Concesionario en Córdoba M. A. Salas
Unai Mezcua

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Las matriculaciones de turismos y todoterrenos sufrieron un grave descenso en el mes de marzo con un 69,3% menos, hasta las 37.644 unidades. Fue el segundo peor mes desde 1996 , cuando la Asociación Nacional de Fabricantes de Vehículos (Anfac) comenzó a contabilizarlas. El mínimo histórico se sitúa en septiembre de 2012, con 35.148 unidades. Se trata, no obstante, del mayor retroceso interanual desde que hay registros , por delante del desplome del 49,89% que se produjo en diciembre de 2008.

La actividad de distribución y comercialización de vehículos está paralizada desde el pasado 16 de marzo, cuando se decretó el estado de alarma para frenar la pandemia del coronavirus. En las dos últimas semanas del mes aún se han matriculado vehículos, correspondientes a operaciones cerradas con anterioridad, pero a un ritmo un 90% inferior al normal.

Instituto de Estudios de Automoción en base a datos de DGT

«El descalabro en las matriculaciones es histórico», asegura Raúl Morales, de la federación de concesionarios Faconauto , que desliza una crítica. «Es esencial que se dejen de cometer los errores de coordinación y criterio entre el Gobierno y las comunidades autónomas que estamos viendo, e incluso entre los diferentes ministerios, a la hora de poner en marcha medidas económicas y laborales necesarias para amortiguar el impacto de la pandemia, pero que están resultando unilaterales y que tendrán efectos negativos para las empresas, para los trabajadores y, por extensión, a la recuperación».

Con los concesionarios cerrados, el sector espera un mercado inexistente o con caídas cercanas al 90% los dos próximos meses. «La situación se prolongará, al menos, mientras dure el estado de alarma porque el principal objetivo es superar la pandemia», según Noemí Navas, de Anfac . Todos los segmentos recortan sus comercializaciones, pero las ventas de turismos y vehículos comerciales ligeros pierden casi dos tercios de sus ventas habituales. En el caso de los turismos, se ha pasado de comercializar una media de 4.500 unidades diarias a registrar jornadas con 200 entregas.

El canal más afectado es el de alquiladores, que retrocede un 74,9%, con solo 8.160 adquisiciones, al frenarse totalmente las actividades relacionadas con el turismo justo antes de la campaña de Semana Santa. Solo se han comercializado algo más de 500 unidades en los días del estado de alarma para este canal. El de particulares se retrae un 67,5%, con 16.871 adquisiciones, una caída similar al canal de empresas, que adquirió 12.613 vehículos, un 66,9% menos. En el primer trimestre del año los tres canales muestran retrocesos del 38,4% (alquiladores), 32,2% (particulares) y el 24,2% (empresas).

El retroceso es análogo entre las ventas de vehículos comerciales ligeros. En marzo se matricularon 6.703 unidades, un 67,2% menos, con un retroceso del 33,5% en el acumulado del año. En cuanto a vehículos industriales y autobuses, su venta se redujo un 36,8% durante marzo, con 1.321 unidades, y sumando una caída del 18% en los tres primeros meses del año, con un total 5.736 vehículos matriculados.

El sector ya reclama un plan de incentivos para reactivar el mercado en cuanto acabe la crisis. Faconauto aboga por «medidas concretas y coyunturales, si queremos que el automóvil sea realmente el motor de la recuperación». Anfac reclama directamente que se vuelvan a incentivar la adquisición de un vehículo para la renovación integral del parque, como ocurría con los planes Pive o Renove . Con ellos, la asociación de fabricantes cree posible «volver rápido a donde estábamos».

La asociación de vendedores de vehículos Ganvam también plantea que los ERTE aplicados en el sector no acaben de manera inmediata cuando finalice el estado de alarma.«Sería bueno que se aceptara una reincorporación gradual del personal sometido a estos expedientes temporales, ajustándolo al ritmo de recuperación, precisamente para proteger a los trabajadores. De lo contrario, se convertirán en ERE por causas económicas, Y, desde luego, el aumento del desempleo aumentará también la desconfianza de los inversores y de los propios consumidores», asegura Tania Puche, de Ganvam.

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