Monseñor Jesús Pla Gandía fue obispo de Sigüenza-Guadalajara
Monseñor Jesús Pla Gandía fue obispo de Sigüenza-Guadalajara - abc

El obispo que regresó para pedir perdón de rodillas

La Diócesis de Sigüenza da el primer paso para canonizar a monseñor Pla Gandía

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Llevaban un tiempo pensándolo y por fin han dado el primer paso de un largo camino: la Diócesis de Sigüenza-Guadalajara y la Archidiócesis de Valencia han propuesto a Roma la canonización de monseñor Jesús Pla Gandía, obispo auxiliar de Valencia entre 1971 y 1981 y obispo de la Diócesis de Sigüenza-Guadalajara la década posterior por una vida piadosa y dedicada a Dios. Incluso tras su retiro, en su Valencia natal, donde murió el 8 de noviembre del 2000, coincidiendo con el Año Santo. «Una fecha muy especial», señala Agustín Bugeda Sanz, vicario general de la Diócesis de Sigüenza-Guadalajara, quien ahora firma el acta notarial para comenzar los trámites para su canonización pero que hace unas décadas se arrodillaba ante él para recibir el sacramento del sacerdocio.

«Le preguntaron una vez si él creía haber pecado, a lo que él respondió: ‘no lo sé, conscientemente, no’», explica Agustín Bugeda, quien recuerda bien los años que pasó con Pla cuando él solo era un seminarista. Recto, serio y abnegado a su vida religiosa, se levantaba a las cinco de la mañana para orar y llamaba a los chicos muy pronto, sobre las 7 o las 8 de la mañana, porque decía que a esa hora siempre estaban en casa. «Nos mandó hacer unos ejercicios espirituales bastante duros, entre ellos ir a Manresa y estar un mes en silencio. Cuando protestamos, él contestó: ‘Quien no puede estar un mes a solas con Jesús, es que no puede ser sacerdote’». Pla veía mal incluso que un religioso fumara, aunque eso no se considere pecado. No entendía la mentira en todo su contexto, aunque fuese el detalle más nimio, según recuerda Bugeda. No en vano, su lema episcopal era «la verdad os hará libres».

Un encontronazo

Pero Pla, a pesar de su rectitud, también era un hombre cercano, piadoso y humilde. En una ocasión, tuvo un encontronazo con un sacerdote en un viaje a Zaragoza. El asunto no llegó a mayores, pero el obispo de Sigüenza-Guadalajara, ya de regreso a la diócesis en coche, mandó dar la vuelta al conductor, buscó al sacerdote con el que había tenido el desencuentro, se puso de rodillas y le pidió perdón. «Era el primero que se retractaba si pensaba que algo había hecho mal, a pesar de que era un hombre que antes de ser obispo en Guadalajara había sido obispo auxiliar en una sede tan grande como la de Valencia», relata Bugeda. Si se le pregunta al actual vicario general de Guadalajara sobre el momento más especial con Pla, don Agustín recuerda el día en que le ordenó diácono: «Don Jesús estaba tan emocionado que no pudo seguir con la celebración».

Austeridad por bandera

Ese cariño recíproco se mostró el día en que Pla se retiraba, donde le hicieron varios regalos, entre ellos un cáliz que su hermana devolvió a la diócesis tras la muerte del religioso por orden expresa de Pla, que llevaba la austeridad como bandera. De hecho, el día de su partida hacia Valencia no se llevó casi nada de Sigüenza, ni siquiera sus libros. «Mandó su biblioteca a Latinoamérica, porque pensaba que ellos la necesitarían más. No pudo ir a las misiones, así que esa fue su forma de ayudar. En el año 91 no era como ahora, con los medios que hay, que lo tenemos todo mucho más fácil con internet».

Bugeda asegura que, tras el anuncio de las diócesis sobre los primeros pasos hacia la canonización de Pla, ya ha recibido las primeras llamadas de alegría en torno al reconocimiento del religioso y ofrecimientos para dar testimonio sobre su dedicación a la iglesia y a sus fieles. A pesar de lo que muchas personas creen, el proceso de beatificación y canonización es bastante largo que dura años, ya que debe pasar por unos reconocimientos previos antes de llegar al escalafón más alto en cuanto a reconocimiento: el de santo.

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