El presidente de la Fundación, Críspulo Doñoro,en sus años escolares
El presidente de la Fundación, Críspulo Doñoro,en sus años escolares - fundación virgen de la fuensanta

Centro de Discapacitados de Millana: El sueño de un niño

La Fundación Virgen de la Fuensanta ofrece 38 becas de estudios a jóvenes con discapacidad, que pasarán una quincena de convivencia en el pueblo

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La historia de la Fundación Virgen de la Fuensanta, una organización que ayuda a personas con discapacidad, comienza en los años 50, cuando «Crispulín», un niño de Millana contrae la polio, una enfermedad que azotó España durante la posguerra. Un hecho que le marcó de por vida, tanto por la discapacidad que le provocó como por el trato recibido en su pueblo, que le trató «como uno más». Así en su cabeza se empezó a gestar una idea: crear un centro para ayudar a todas esas personas que, como él, sufren algún tipo de discapacidad física y ayudarles a sentirse como lo hicieron los vecinos de Millana: un futuro lleno de posibilidades, al margen de la enfermedad.

«Nunca fui menospreciado por mis amigos del pueblo por mi condición de discapacitado.

Por eso, mi empeño siempre fue el de hacer lo mismo con otros, si la vida me lo permitía, y hacerlo en Millana», cuenta Críspulo Doñoro, ahora responsable de la Fundación Virgen de la Fuensanta, que nacía a mitad de los noventa. Y el nombre de su agrupación venía a rendir el primer homenaje a todas esas personas que le trataron sin mirarle diferente, por lo que decidió bautizarla con el nombre de la patrona de Millana. Pero no contento con eso, Críspulo y su familia comenzaron a buscar apoyos para dar un salto más: en 2011 comienzan a construir el Centro de Discapacitados de Millana, que terminaba sus obras a mediados de este año.

Un lugar con futuro

Un lugar que se ha convertido, junto a la Iglesia de Santo Domingo, en el emblema de Millana. Con el apoyo del Grupo de Desarrollo Rural Fadeta, la Fundación Virgen de la Fuensanta construyó un edificio de 1.700 metros cuadrados útiles que incluye una zona residencial con 17 habitaciones y comedor, además de una sala de conferencias, con alrededor de un centenar de butacas, una sala de exposiciones, aulas, y una biblioteca de doble uso. Y todo adaptado para las personas con discapacidades físicas.

Pero hay detalles concretos que recuerdan el esfuerzo de todos los años anteriores: las butacas del salón del auditorio tienen los nombres de los compañeros de Críspulo, que nunca lo discriminaron, y algunas de las salas, los de sus profesores. «Gracias a todos ellos, y al ejemplo de mi padre que siempre creyó de la mano de la formación y de la cultura no hay discapacidad, hemos llegado hasta aquí».

Un esfuerzo que ha exigido la inversión de 1,77 millones de euros recogidos gracias a los fondos europeos gestionados por la Junta -que consiguió tras el reconocimiento como proyecto de interés regional-, Fadeta y la propia asociación.

La Fundación se muestra muy agradecida al GDR del Tajo Tajuña, «por haber creído en nuestro proyecto desde el principio» y a la ayuda de Fadeta, por «convertir en realidad este sueño, ha sido menos gravoso, dejando la puerta abierta a que podamos destinar más fondos privados a la ayuda a los que más lo necesitan y no tantos a la construcción».

El Centro de Discapacitados de Millana obtuvo el reconocimiento de Recamder (Red Castellano Manchega de Desarrollo Rural) como uno de los diez mejores de la región en el periodo de actuación (2007-2013).

38 becas de estudios

Pero una vez construido el centro, había que darle sentido. Por eso, Críspulo pensó en convertirse en la imagen de su padre con otros jóvenes y ofrecerles un futuro educativo. Por ello, la Fundación, coincidiendo con el Día Internacional de las Personas con Discapacidad -que Críspulo espera que se convierta en el «cumpleaños» del centro-, ha abierto el plazo para que los jóvenes con discapacidad de entre 6 y 20 años puedan presentar la solicitud para acceder a una de las 38 becas para el estudio.

Los elegidos cursarán sus estudios en sus lugares habituales de residencia, aunque tendrán que residir en Millana al menos una quincena entre junio y septiembre de 2015, en un calendario que se repetirá de forma idéntica en los años venideros. A lo largo de su estancia, la Fundación promoverá un programa de integración de los niños y niñas discapacitados con los que viven o veranean habitualmente en el medio rural de Millana, en el que además recibirán formación que «les ayude a que su discapacidad no les limite ni en el presente ni en el futuro», explica Doñoro.

Con esa política de becas y residencia, el Centro de Discapacitados, que puede prestar servicio hasta a 25 personas en régimen interno, tendrá sus plazas cubiertas entre los meses de junio y septiembre de cada año.

Los esfuerzos del equipo gestor de la Fundación se concentran ahora en dos ámbitos: establecer contactos y sinergias con otras fundaciones, entidades benéficas y mecenas que puedan aportar nuevos fondos para engrandecer el proyecto.

«Estamos abiertos a cualquier propuesta que favorezca la integración de los discapacitados en la sociedad, para lo que tenemos contactos avanzados con instituciones como la Fundación ONCE, Cermi, el Comité Paralímpico Español y otras», matiza Críspulo, y en la confección de un calendario de cursos, formaciones e iniciativas que vayan progresivamente completando la actividad anual del Centro de Discapacitados.

«Contamos con un equipo de formadores, en su gran mayoría voluntarios, en diferentes áreas de la medicina, sicólogos, atletas paralímpicos, motivadores, con el que pretendemos crear programa que beneficie a discapacitados de todas las edades. En él caben desde congresos médicos cuya celebración vaya a redundar en beneficio de los discapacitados, hasta cursos de orientación laboral especializados en discapacitados».

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