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Rosario Porto, durante el juicio que se celebra en Santiago por la muerte de su hija - efe
«caso asunta»

El juez frena el intento de las defensas de volver a inculpar al «hombre del semen»

El joven residente en Madrid e imputado durante varios meses declara como testigo en una nueva sesión del juicio en Santiago

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Se esperaba que no fuera un día más en el juicio y así ocurrió. Tras una semana centrada en la vida de los Porto Basterra de julio a septiembre de 2013 como vía para esclarecer el asesinato de Asunta del que se acusa a sus padres, la vista sufrió ayer un paréntesis con la testificación del hombre cuyo semen apareció en la ropa de la niña, un acreditado error de laboratorio que le mantuvo imputado varios meses. Ramiro Cerón declaró por videoconferencia desde Madrid, la ciudad donde reside y donde se encontraba la noche del crimen, un hecho que necesitó demostrar para dejar de ser señalado. Sin embargo, las defensas de Rosario Porto y Alfonso Basterra —especialmente la letrada de este— intentaron sin éxito volver a inculparlo.

La intervención constante del juez, al descartar preguntas y advertir a los abogados, frenó este intento de retroceder hacia atrás.

«Parece que le está haciendo un tercer grado. Está bordeando sus derechos. No le someta a un interrogatorio», reprochó reiteradamente el presidente del tribunal. Ante la insistencia de la letrada Belén Hospido por introducir declaraciones efectuadas por Cerón durante la instrucción para lograr su desimputación, criticó: «Parece que esto es un diálogo de sordos. Le digo que su imputación está archivada. No estamos revisando su detención».

A lo largo de media hora, el testigo recordó que la mañana del 21 de septiembre de 2013 acudió a recoger su traje de novio —que había dejado para arreglar días antes— a un centro comercial en la localidad donde vivía. Los empleados que le atendieron en distintas ocasiones intervinieron después para acreditar que, en efecto, adquirió allí este atuendo. Quien le despachó el primer día recordaba el atípico color que eligió para casarse, no así el dependiente que le entregó finalmente la ropa.

Cerón también apuntó que aquella trágica jornada en Compostela él cenó en un restaurante colombiano de un barrio del sur de Madrid. El abogado de Porto, José Luis Gutiérrez Aranguren, intentó acreditar diversas contradicciones tanto de él como de familiares y amigos que refrendaron su versión, que está apuntalada por otras pruebas ya abordadas en la instrucción. El juez tumbó la mayoría de discrepancias y le reprochó que sacara «frases de contexto». «Me acuerdo de todo porque este tema nos ha amargado mucho», resumió la entonces novia y hoy mujer de Cerón, cuyo adn llegó a la ropa de Asunta por una contaminación: un preservativo en el que había eyaculado se analizaba en el mismo laboratorio por una denuncia de agresión sexual.

La segunda mitad de la mañana dio paso a testigos propuestos por Aranguren con el objetivo de cambiar la imagen que desde su arresto ha proliferado de Porto. Uno de ellos, muy amiga de Asunta, ahondó en el presunto asalto que la niña y su madre sufrieron la madrugada del 4 al 5 de julio. A través de una conversación por el móvil, le comentó la gravedad de lo sucedido, a la que ella no dio importancia: «Me dijo que la habían intentado matar. Como era muy bromista, pensé que no era en serio. No me volvió a decir nada».

«No entramos en el fondo»

Llegados casi al final de la segunda semana de juicio, Aranguren realizó una valoración al final de la sesión. En su opinión, «se sigue sin entrar en el fondo del asunto». «No hablamos de quién mató a Asunta ni de cómo, sino de cuestiones completamente colaterales», objetó. Afirmó que está dedicando «veinte horas al día» a la preparación y transcurso de cada jornada como abogado de Porto. No quiso comentar si da credibilidad a la testigo —una chica de 18 años— que sostuvo con rotundidad que la tarde del crimen vio en la calle a Asunta con Basterra, pese a que este declaró que en ese tiempo estuvo en casa. «Me reservo mi comentario. Es un tema importante». Reiteró que no es el único que vio a la niña, en alusión a un hombre dubitativo en sala. Avanzó que sus peritos discreparán sobre la hora de la muerte y los efectos de la sedación y criticó testimonios como el de una profesora que «cargó las tintas» contra Porto el miércoles: «El odio era patente».

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