«Con una patrulla vigilando la Catedral, quedan dos policías para 100.000 personas»

—En un mes ha habido siete policías agredidos en Vilagarcía, cuatro en Santiago y otros cuatro en Vigo en actos de servicio. ¿Los agentes salen a la calle con garantías?

—No. Cada vez hay menos efectivos en las plantillas de Galicia, lo que impide afrontar las intervenciones con el número de patrullas policiales necesarias y con esas garantías. Cuando hay una intervención en una reyerta, en una pelea, o con una persona bajo los efectos de la drogas, no es lo mismo que intervengan cuatro agentes que dos, o que éstos tengan la posibilidad de pedir refuerzos, lo que minimizaría los riesgos para ellos. Ahora mismo no hay efectivos suficientes en las comisarías gallegas y la situación es bastante crítica.

—Yendo a ejemplos concretos.

Los atentados yihadistas del viernes aumentaron el nivel de alerta antiterrorista en todo el territorio nacional. ¿Cómo se cubre esa exigencia en Galicia?

—Uno de los puntos críticos de esa alerta antiterrorista es la Catedral de Santiago. Esta noche [por la de ayer sábado] solo hay dos patrullas policiales en Santiago y una de ellas tiene orden de hacer un punto fijo en la Catedral, con lo que en una ciudad de 100.000 habitantes solo queda una patrulla disponible para todas las llamadas ciudadanas que puedan producirse. La inseguridad de esos compañeros es total cuando acuden a un servicio, porque saben que no tienen opción de pedir refuerzo y nunca sabes lo que te vas a encontrar.

—¿Los altos mandos están al tanto de estas carencias y de los riesgos que se derivan de ellas?

—Sí, pero básicamente nos dicen que estamos a un nivel de ocupación del 82 por ciento y estiman que eso es suficiente. Desde el SUP nos quejamos porque a la falta de dotación se une la desorganización a la que está sumida la jefatura de Policía Superior en Galicia. La mayor parte de los servicios están al completo, pero las brigadas de seguridad ciudadana, que son los grupos que acuden a llamadas de los ciudadanos al 091, son servicios esenciales que no están fortalecidos. Y sus efectivos tampoco están recompensados.

—¿Hay suficientes patrullas camufladas en las ciudades gallegas?

—Donde hay más problemas con ellas es en las ciudades con menos efectivos, porque hay muchas dificultades para sacar vehículos camuflados todos los fines de semana y durante las noches, pese a que son necesarios. Eso dificulta ciertas intervenciones, como por ejemplo una llamada de que hay una persona vendiendo droga en un establecimiento. Si lo que llega es un coche con distintivos, la efectividad del servicio disminuye.

—Después del atraco mortal en Vigo el pasado noviembre, los agentes exigieron un chaleco por policía. ¿Se ha avanzado en esta petición?

—Lo que hemos conseguido con las denuncias internas y en los medios es acelerar la asignación de los que se habían adquirido, pero para nada se cumple la reivindicación de un policía, un chaleco. Por ahora solo hay un tercio de los chalecos que debería haber, cuando hay unidades que están en la calle prestando servicio y que se pueden encontrar con un atraco o una intervención que requiera de un chaleco en cualquier momento.

—¿Y el plan de tiro? Lo tachaban de desfasado y criticaban que no cubría situaciones reales.

—Sí, y seguimos con él desfasado y centrado en ejercicios que no se adaptan a la realidad. Hay efectivos que se preocupan por dar una formación más adaptada a la realidad, pero desde la jefatura no se hace renovación de los planes —aunque éstos sean de los años 80— porque no se organizan cursos. En la actualidad estas prácticas se realizan en galerías interiores a distancias de 15 y 25 metros. Para que la gente se haga una idea, en el caso del atraco de Vigo el tiroteo se produjo en un radio de, como mucho, tres metros. En la misma línea, la semana que viene entra en vigor la Ley de Seguridad Ciudadana y los agentes gallegos no hemos recibido ningún tipo de formación al respecto más allá de los cursos que el SUP ha organizado.