verlas venir

Política de temporada

Actualizado: Guardar
Enviar noticia por correo electrónico

La moda es el ejemplo máximo que sirve para alzar una gran muralla entre los nuevo y lo viejo. Este año el color es el marsala, y sanseacabó. Es la diferencia entre lo nuevo y lo caduco. Los colores fosforitos del año pasado son… pues eso, lo caduco. Y no se trata de elegir entre un estilo informal o un estilo clásico. Se trata de despreciar lo pasado y abogar únicamente por lo nuevo. Con vaqueros o con traje.

Con el consumo en general ocurre lo mismo. Durante los años del boom económico que precedieron al gran catacrack, si tu coche tenía dos años pero el fabricante renovaba el modelo, resulta que tenías un coche viejo y caduco. Con 15.000 kilómetros, pero viejo de narices.

En fin, una cosa insostenible y era imprescindible comprar uno nuevo con la última tecnología. El último modelo. Despreciado era el debate entre gasolina o diesel; entre monovolumen o todoterreno. Solo se apostaba por lo nuevo y se despreciaba lo del año anterior, lo caduco.

En política, hoy, parece que estamos dispuestos a superar el debate de varios siglos sobre las derechas y las izquierdas. Ahora, de repente, parece que alguien ha descubierto que no hay que ser ni de derechas ni de izquierdas, hay que ser nuevo. Lo cierto es que yo creo que quien dice que no hará políticas de derecha ni de izquierda tiene uno de estos dos problemas: o no sabe qué hará o quiere ocultarlo.

Y también tiene su aquel, porque paradójicamente esto de apostar por lo nuevo no es nada nuevo. De hecho, Felipe González ganó unas elecciones sencillamente apostando por “el cambio”, sin dar demasiadas explicaciones. Probablemente por eso nada más ganar las elecciones convocó un referéndum para cambiar uno de los postulados clave de su campaña y meternos en la OTAN. En fin, el cambio que siempre nos lleva a lo nuevo.

Es cierto que tenemos que tener la mente abierta y estar dispuestos a buscar nuevas soluciones para los problemas de siempre. Pero hay políticas que solo abogan por lo nuevo, sin explicar muy bien qué es lo nuevo. Y eso, para el mundo de la moda pues es una opción. Pero aplicar la moda a la política nos lleva irremediablemente a que quien gobierna hoy esté caduco mañana, nos lleva a la política de temporada. En fin, un no parar.

Ver los comentarios