Morera, Sanz y Puig, en una imagen de archivo
Morera, Sanz y Puig, en una imagen de archivo - ROBER SOLSONA
FIL DE VINT

Las habas del tripartito

La oposición haría mejor en empezar a plantear propuestas en positivo

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La oposición valenciana, que aspira a tomar la alternativa dentro de siete meses si el PPCV no logra retener la mayoría absoluta, sigue centrándose en el desempeño de su labor diaria en poner de relieve las disfunciones en la gestión de los populares -llámese corrupción, despilfarro, compras llamativas con la «caja fija», etcétera-, en lugar de plantear sus propias propuestas de gestión.

El mensaje que trasladan a los valencianos es que les voten ( al PSPV, a Compromís, a EU, al final estarán votando lo mismo) no por lo que ellos pueden hacer, sino para que el PP deje de hacer lo que está haciendo. En realidad, es lo único que tienen en común, pues no pueden plantear un programa en el que cada una de las patas del tripartito apostaría, seguro, por soluciones distintas para cada parcela.

Por ejemplo, en educación. O en política fiscal. O en la gestión cultural. O en la sanitaria.

Despojados de un programa de gobierno que plantear a los electores, los socios del tripartito solo pueden confluir en «echar al PP de las instituciones». Y entrecomillo la expresión porque es, literal, la que usan ellos. Y como no hay confrontación ideológica, como no hay propuesta alternativa que comparar para convencer, el discurso se reduce finalmente a dos ideas muy simples: los políticos del PPCV son malos gestores y, además, vienen corruptos de serie. Un esquema maniqueísta de buenos y malos que confía en que el cansancio de los ciudadanos y su deseo de castigar a los políticos, sean del color que sean, basten para situar a Ximo Puig -¿o quizá a Mónica Oltra?- en el Palau de la Generalitat.

El punto débil de ese planteamiento es que los socios del tripartito también cargan a sus espaldas con las mismas disfunciones en la gestión que arrojan día sí y día también contra el PP. Porque resulta que tanto el PSPV como EU o Compromís tienen responsabilidades de gestión en el plano municipal, muchas veces compartidas -el tripartito se reproduce a lo largo y ancho de una decena de ayuntamientos-, y allí donde gobiernan desmontan con los hechos el discurso político de sus líderes autonómicos. Este periódico les ha ofrecido esta semana un buen puñado de ejemplos.

Benidorm, ejemplo de lo que es la gestión socialista para Ximo Puig, tiene una caja fija de más de 300.000 euros para los concejales del equipo de gobierno, con la que pueden realizar las compras más peregrinas (bolsos, ramos de flores…) sin dar explicaciones. Lo mismo que esta semana criticaba el tripartito en las Cortes. El exalcalde de Alfafar, socialista, pagó 15 mariscadas a 150 kilómetros de su pueblo con esa misma caja fija, bajo la denominación de «partida para gastos de protocolo de Alcaldía», casualmente el mismo día que su partido celebraba un congreso provincial en Castellón. También compró bolsos. Pero hay más: el exalcalde de Bigastro, también socialista, dejó 24.000 euros en gastos sin justificar en solo dos años, tirando de tarjeta de crédito municipal. Y pagó hasta la cuenta de un local de copas en Barcelona, que no cae precisamente cerca de la localidad de la Vega Baja.

Si nos vamos a Villarreal, el tripartito presupuesta 1,3 millones de euros para publicitar su gestión, más del 3% del total del dinero (público) que manejan cada año. En Alcoy aparecen facturas duplicadas y contratos discrecionales a autónomos cuya cercanía a concejales del equipo de gobierno es pública y notoria. Al concejal de EU en Burjassot lo acaban de detener por acoso sexual y coacciones…

Tirando de refranero, podría concluirse que en casa del tripartito también cuecen habas. Así que quizá harían mejor en empezar a plantear propuestas en positivo en lugar de buscar el voto a la contra.

dmartinezjorda@abc.es

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