Encuestas parciales

CIbsen estrena «Un enemigo del pueblo» hace 130 años y aborda cuestiones que no han perdido actualidad, a pesar del paso del tiempo. Es la prueba del algodón para un texto clásico, su carácter imperecedero. En este drama, vuelca su visión de la sociedad y aboga por una suerte de despotismo ilustrado. No tiene un pensamiento ni totalitario, ni antidemocrático (en el marco de las democracias decimonónicas), pero manifiesta su desacuerdo con dos ideas: un hombre, un voto; y la verdad como objeto de consenso ciudadano. El drama arroja otros temas colaterales: corrupción, demagogia, especulación, influencia y manipulación de los medios, etc. Obra actual que refleja la perplejidad de la sociedad occidental y que admite variadas lecturas para una escenificación.

Excelente ejercicio para alumnos universitarios con edades comprendidas entre los 25 y 35 años.

Puntos de vista muy personales en los trabajos, redactados por jóvenes abstencionistas, desencantados con las formas tradicionales de la democracia, en los se aprecian tres coincidencias, suscritas por un 95% (en un «muestreo» de medio centenar). Destacan la corrupción política y social, y los medios como inductores o tapaderas para su práctica; se alinean con Ibsen y reclaman una mayor representatividad de los cargos electos, una relación de proximidad permanente entre elector y elegido, pues no vale entregar un cheque en blanco cada 4 años; abogan por las ideas sobre la frialdad de los datos. Sorprende la coincidencia, indicativa de que la sociedad del futuro inmediato reclama otras formas de participación, porque el sistema democrático tradicional toca fondo. Esto es ya presente, aunque los profesionales de lo público no lo vean y se enreden en estructuras obsoletas y subterfugios de primarias.