corazón de león

La cárcel de la calle

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Hay cárceles sin barrotes que pueden ser tan duras o más que las del infierno penitenciario. Dicen que una sola noche en el calabozo es una experiencia que se queda grabada en el alma como un maléfico e imborrable tatuaje; y que la primera noche en la cárcel se convierte en una eterna pesadilla, incluso llegada la libertad y así pasen los años y la vida. Hay cárceles de lujo, también dicen, pero las jaulas nunca serán de oro, pues la libertad no tiene precio. Ya lo dijo don Quijote, que hoy está peleado con molinos políticos y académicos: «La libertad, Sancho, es uno de los más preciados dones que a los hombres dieron los cielos; con ella no pueden igualarse los tesoros que encierra la tierra ni el mar encubre; por la libertad, así como por la honra, se puede y debe aventurar la vida, y, por el contrario, el cautiverio es el mayor mal que puede venir de los hombres».

El ex presidente de la Diputación de León ha pasado una temporada en el infierno, 43 días con sus noches de soledad, y este fin de semana ha recuperado la libertad perdida previo pago de una fianza de 30.000 euros. Marcos Martínez Barazón ha salido de la cárcel proclamando su inocencia, pero bajo el foco de la justicia sobre su cabeza. Y lo ha hecho desafiante, como si en esos cortos, pero larguísimos, días de cárcel hubiera estado rumiando la venganza contra quienes, en su opinión, lo han traicionado. Ha optado por la huida hacia adelante y no por el silencio, la meditación o el arrepentimiento, si fuere el caso.

Barazón ha regresado al León de su vida y de su, hasta hace un rato, exitosa carrera política al cobijo de su predecesora en la Diputación, la asesinada Isabel Carrasco. Sigue implicado por el juez Eloy Velasco en la trama de corrupción destapada en la operación Púnica. «No tengo de qué ocultarme», dijo el viernes a quienes lo saludaron mientras presenciaba el partido de baloncesto de su hija en el Colegio Leonés. Y anunció que mañana regresará a la institución leonesa como diputado no adscrito, para, además de cobrar las correspondientes dietas por asistir a las comisiones, «volver para mirar a unos cuantos a la cara», como expresión de su resentimiento contra antiguos compañeros de partido. Y en su desafío ha afirmado que no devolverá sus actas de diputado provincial y concejal en el Ayuntamiento de Cuadros.

No parece consciente Barazón de que no hay fianza que le libre de esa cárcel sin barrotes que es la calle por la que se pasea con el pecho henchido de venganza mientras la Justicia sigue su sombra. Los ciudadanos, los vecinos, ya han espabilado y los hay que se cruzan de acera al verlo llegar. Parece un «western» de John Ford…pero es León.

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