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Folgueral, el Ulises del Sil

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Todo en la provincia de León parece marchar más velozmente que en otras partes de la región. Si en el Partido Popular aún se está pendiente de restañar las heridas del último golpe, en este caso judicial, en el PSOE el nuevo secretario regional, Tudanca, no se salió con la suya, esto es, que Folgueral se presentase a unas primarias a candidato para Ponferrada. La sensatez, por una vez, se impuso. Con la procuradora Marqués como aspirante de consenso se evita la fuga de votos del sector crítico que no perdona el pacto de gobierno local con el supuesto enemigo, los ex PP de Ismael Álvarez, así como el riesgo de que desde la Federal alguien evitara de forma traumática la vuelta de Samuel Folgueral a repetir como candidato socialista.

Eso dejaría otra vez las vergüenzas al aire como le sucedió por entonces al secretario castellano y leonés Villarrubia.

Al final, el hoy alcalde de Ponferrada expulsado del PSOE, ha protagonizado un canto de cisne que le devuelve al mundo real, al de la cordura, el de lo natural, el de volver a la casilla de salida. Sin embargo, el precio del pacto, resulta que ha sido él y deberían ser los tres: López Riesco, Folgueral y Álvarez. Ponferrada necesita caras nuevas, que no inexpertas, que hagan frente a la amenaza del tsunami populista antisistema.

Samuel Folgueral es un arquitecto brillante. Con mucha obra pública a sus espaldas. Como político progresaba adecuadamente. Del de principio de legislatura al de los últimos tiempos su discurso, su presencia y sus movimientos eran cada vez mejores. Pero alguien le aconsejó mal. Aquellos que tenían enormes ganas de volver a tocar poder a costa de lo que fuera y ejercían de asesores con cargos orgánicos del socialismo local. En vez de esperar pacientemente ver el fin de etapa de López Riesco y Álvarez o viceversa se metió de por medio… y salió «trasquilado». Tan duro como real.

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