viviendo en san borondón

La formación turística

A nadie parece importarle el futuro de Gran Canaria como destino ni su adaptación a las nuevas demandas, que para muchos solo es cuestión de cuanto mármol subvencionado ponen en los pisos

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Abierto de nuevo el melón del Plan General de Ordenación, PGO de San Bartolomé de Tirajana, la alarma ha saltado entre los pequeños propietarios de apartamentos y complejos extrahoteleros por lo que unos y otros dicen que el plan dice. Es de suponer que algunas ampollas haya levantado también entre los hoteleros en relación con sus nuevos proyectos.

El Círculo de Empresarios de Gran Canaria, por boca de Agustín Manrique de Lara, dice con toda la razón que “residencializar zonas turísticas es un grave error”. También subraya que los residentes no turistas ocupan un espacio destinado por ley al uso vacacional sin cumplir con los requisitos exigidos para esa finalidad. Entre líneas parece sugerir que esos residentes, a los que el ayuntamiento cobra sin reservas tasas municipales, acabarán exigiendo unos servicios públicos no requeridos si el uso es vacacional.

Ningún propietario puede seriamente alegar que desconocía el carácter turístico y no residencial de, por ejemplo, Playa del Inglés cuando adquirió esa propiedad. Lo hizo como inversión, no para comprar una vivienda.

Vuelve a centrarse el debate turístico en lo relacionado con la construcción, la propiedad y el alojamiento como elementos casi únicos del negocio turístico. A nadie parece importarle el futuro de Gran Canaria como destino turístico ni su adaptación a las nuevas demandas, que para muchos sólo es cuestión de cuanto mármol subvencionado ponen en los pisos. Olvidan los deseos de los clientes y su exigencia de calidad, que como tantas veces se ha repetido, la proporcionan las personas, clientes y trabajadores del sector. No la dan los ladrillos, ni los hoteles temáticos, esos que más menos que más procuran respetar la idiosincrasia canaria.

Y siempre se olvida el asunto central de la tan cacareada calidad deseada, cual es la formación de los profesionales del sector y la oferta comercial a gran escala en el negocio turístico de elementos autóctonos de la tradición cultural, ocio y servicios, gastronómica o naturaleza.

No es verdad que no existan buenos profesionales canarios en el sector, aunque sí es cierto que con frecuencia están relegados por la aplicación, a mi entender, muy errónea de criterios de rentabilidad a cortísimo plazo aunque genere descontento en el cliente. Cuando en Canarias se habla de formación, los agentes interesados en impartirla, si está financiada con jugosas subvenciones públicas, como sindicatos, patronales y algunos otros por libre, ponen el énfasis y el empeño en programar cursos para camareros y cocineros, aunque la inmensa mayoría queden después en el paro o, con suerte, de ayudantes de cocina o de comedor.

En este sentido es muy difícil de entender cómo un gobierno de Canarias, que se dice nacionalista, haya renunciado y destruido directamente la formación de cuadros dirigentes y mandos intermedios en la industria turística. Parecería lógico que esos políticos pretendieran que las gentes de aquí, empresarios y trabajadores, fueran dueños de su propio destino, participaran activamente en el desarrollo y futuro del negocio turístico como dirigentes y no ser solo los que ocupen aquellos puestos más fácilmente prescindibles o sustituibles.

Para la función de formar cuadros dirigentes fue por lo que un anterior Gobierno de Canarias, con gran visión de futuro y de aprovechar las oportunidades que la naturaleza nos daba, creó Hecansa, los Hoteles Escuela de Canarias. Una viceconsejera de turismo de otro Gobierno de Canarias se encargó de destruir ese sueño y ese anhelo de tantos jóvenes, para reducir esa empresa pública a un centro más de formación en oficios.

Mientras tanto, “a su bola”, las universidades formaban excelentes técnicos en estadísticas turísticas. Hasta la Audiencia de Cuentas dice que el Ejecutivo canario está fracasando en los planes de formación profesional destinados al empleo en el sector turístico. ¡Ya el conejo me arriscó la perra!

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