impertinencias liberales

100 días de gracia. ¿100?

Nada suena original: Pedro Ortega y Narvay Quintero se han mostrado partidarios de obligar a los hoteles a comprar producto local

Actualizado: Guardar
Enviar noticia por correo electrónico

Aunque el concepto de los 100 días de gracia nos lleve a Napoleón y la restauración de su imperio en 1815, su importancia formal en política se la debemos a F. D. Roosevelt (¡qué cruz!) al usar la idea de los primeros cien días de gobierno para adoptar medidas («tenemos que actuar y tenemos que actuar ahora»). Estados Unidos vivía la crisis del 29. Ese periodo de tiempo, desde entonces, ha servido para que cada gobierno pueda presentar sus intenciones, declarar que no defraudará a sus votantes y que son el cambio que la comunidad necesitaba, al tiempo que intenta generar confianza y optimismo.

Ese pacto tácito, en el que la oposición y los medios de comunicación también participan para reducir las críticas, requiere de algunas salvaguardas.

Por ejemplo, no decir tonterías o ser y representar algo que rompa de verdad con el pasado. Es decir, uno se compromete a no hacer reproches a cambio del que el gobierno no se comporte como hace frecuentemente y deje de decir melonadas. Pero si uno presta atención a las primeras semanas del Gobierno de Canarias ya tiene la sensación de que no nos faltará entretenimiento en los próximos cuatro años y que, a fuerza de repetirse, no será necesario esperar a los primeros cien días para tener un buen diagnóstico.

No ya el jaleo armado por el presidente Clavijo con el tema de las limitación del número de turistas o la regulación del todo incluido, también al mostrar su convicción en el binomio construcción y turismo como generador de crecimiento en las islas (al menos nos ahorró el bochorno de decir que «menos cemento y más talento» de su predecesor).

El mismo Clavijo se ha ido a Madrid para negociar fijar precios máximos para los billetes aéreos, paulino caballo de batalla. Si los precios están altos, los bajará de forma más rápida Norwegian con su oferta de más de 200.000 plazas entre Canarias y Península que estas dañinas cumbres políticas.

Nada suena original; Pedro Ortega y Narvay Quintero se han mostrado partidarios de obligar a los hoteles a comprar producto local y hasta Rosa Dávila ha hecho declaraciones en las que descartaba subidas de impuestos en esta legislatura, cuando se subieron en 2012 de forma, atención, provisional. Tanto y tan viejo suena el nuevo gobierno —sector nacionalista—, que han dejado casi sin discurso a la siempre lenguaraz vicepresidenta Patricia Hernández. Aunque bien pensado, esto tampoco constituye novedad alguna en el PSOE de los últimos cuatro años.

Ver los comentarios