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¡Comienza el juego! (y 2)

Sorprende que los canarios, siendo isleños, no practiquemos mucho más los deportes náuticos

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“Nada resulta más engañoso que un hecho evidente”, decía Sherlock Holmes, cuando se piensa que con la subida a primera división se ha potenciado el deporte. Esto se comentaba en la anterior entrega de esta reflexión. A lo sumo, y no es cosa menor ni despreciable, se ha fortalecido el espectáculo basado en un deporte a la vez que aquel segmento turístico que se mueve por este tipo de eventos. Todos los granos de arena ayudan a formar una duna.

Pero es el momento oportuno, aprovechando este hecho del ascenso y el consenso generalizado en la opinión pública de la importancia del fenómeno deportivo a la hora de mantener la buena salud, para que los poderes públicos municipales, cabildicios y el Gobierno de Canarias exciten el celo para cumplir el Art.

43-3 de la Constitución Española, cuando dice que los poderes públicos fomentarán la educación sanitaria, la educación física y el deporte.

El fomento del deporte base, de competición o no, es importante en las primeras etapas formativas de los niños y jóvenes. Pero no sólo debe entenderse como “hacer deporte” el jugar al balón con los pies o con las manos, fútbol y baloncesto o balonmano, pues hay muchas otras modalidades deportivas que no debieran ser relegadas. Desde algunas minoritarias, como la gimnasia rítmica o el tiro con arco, hasta los deportes náuticos, el aeromodelismo o el ajedrez. A veces es cuestión de mostrarlas de forma seria, sistemática responsable y por personas con conocimientos pedagógicos y de comunicación pública.

Sorprende que los canarios, siendo isleños, no practiquemos mucho más los deportes náuticos. La vela latina es hoy poco más que un espectáculo para ver desde la Avenida Marítima o para cruzar apuestas. No es un deporte popular, salvo para los que se embarcan en ellos, algunos sólo para hacer banda. También resulta insólito que deportes como las artes marciales, de gran arraigo histórico en Canarias y que tantos campeones nacionales e internacionales han dado al palmarés deportivo de nuestra tierra, no gocen de la atención de los mal llamados periodistas deportivos y no dispongan de algún espacios de promoción y demostración en las televisiones y periódicos canarios. No es el único caso, aunque tal vez sea el más clamorosa e injustamente olvidado o marginado, a pesar del importante número de practicantes que tienen.

Una labor pedagógica esencial a potenciar aún más si cabe en la práctica deportiva cotidiana, especialmente la relacionada con las competiciones infantiles, es la erradicación de la violencia gratuita y el exaltar los valores de esfuerzo y sano espíritu deportivo. Los poco edificantes espectáculos protagonizados por los espectadores en las gradas, a veces los propios padres de los jugadores en encuentros infantiles, no son una buena escuela cívica para los jóvenes. Algún “desencuentro” desaforado entre padres al término de un partido de fútbol infantiles de Gran Canaria, aún circula en YouTube para vergüenza propia y ajena.

Por otro lado, si los políticos locales a la hora de construir los equipamientos deportivos en Canarias tuvieran una visión más amplia que la de dotar al pueblo de una cancha con la que presumir en la siguiente campaña electoral, se deberían diseñar esas instalaciones con las dimensiones y elementos complementarios imprescindibles para poder acoger el entrenamiento de deportistas de élite internacionales durante la temporada de invierno, cuando en sus tierras heladas les resulta muy difícil hacerlo. Las indudables sinergias que el ejemplo y las estancias de todo el personal que acompaña a estos deportistas, serían una buena inyección económica turística a la vez que altamente pedagógica para los deportistas locales.

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