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Cuando sí... pero no

Esto es lo que hay cuando no se está organizado como grupo y además se pretende disimular una dictadura piramidal dándole una supuesta naturaleza a las asambleas y a los círculos

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Vamos a partir de la base de que el nombre de “Podemos” lo tiene registrado un señor de sesenta y dos años vecino de Torrelavega llamado José Jorge González y cuyos derechos de propiedad industrial sobre esa marca le permiten decidir quién puede usar tal denominación y quién no. Se hace necesario recordar que en España gracias a la propiedad industrial se obtienen unos derechos, en exclusiva, sobre determinadas creaciones inmateriales que se protegen como verdaderos derechos de propiedad lo que ya, de entrada se puede presentar como un auténtico problema legal y de identificación como marca política para la formación que lideran los tres nuevos paladines: Pablo Iglesias, Juan Carlos Monedero e Íñigo Errejón.

Si difícil lo tienen a nivel nacional para poder concurrir a cualquier comicio electoral sin violar los derechos de la propiedad industrial de señor don José Jorge González, más se complica cuando los cada vez más conocidos círculos podemistas, en carencia de marca propia, se han visto obligados a identificarse con otros nombres que a la postre serán más o menos reconocidos popularmente según su grado de afinidad con los deseos y expectativas de la tapada cúspide que abandera el líder principal, el caudillo-comandante don Pablo Iglesias Turrión.

En Canarias ocurre exactamente eso y, tal y como corresponde con las respuestas más básicas de la naturaleza humana, la falta de identidad como grupo, el mayor o menor reconocimiento por parte del líder y los egos de cada cual han dado como resultado un maremágnum de corpúsculos y dentro de cada uno y entre ellos, han empezado a aparecer los primeros enfrentamientos entre los “oficialistas” y los otros. En Tenerife, sin ir más lejos, tenemos el primer ejemplo de lo que les comento.

Ya les anticipo que esto es un potaje de nombres de difícil comprensión, pero es que esto es lo que hay cuando no se está organizado como grupo, no se posee un nombre propio y además se pretende disimular una dictadura piramidal dándole una supuesta naturaleza a las asambleas y a los círculos. En las elecciones a la secretaría general de esta nueva formación en Santa Cruz de Tenerife, fue precisamente la candidatura avalada por Pablo Iglesias, “Claro que Podemos” la que perdió ante “En Santa Cruz Podemos” formación esta última en la que figuraron militantes de “Si se puede”, partido fundado por profesor lagunero Fernando Savaté, que irrumpió en el proceso electoral como un elefante en una cacharrería.

En el antiguo núcleo de “Podemos Tenerife” (que esa es otra) parece que tienen claro que los militantes de “Si se puede” se fueron a Madrid a conseguir un enchufe que los presentara como la nueva franquicia de la formación en la isla picuda. Este nuevo grupo, formado por antiguos militantes de “En Santa Cruz Podemos” y por los “valientes” que a partir de ahora se vayan incorporando, se presenta en escena con unas posiciones partidistas, porque no se les puede llamar políticas, como poco bastante llamativas y de marcado carácter nacionalista/independentista, que son absolutamente contrarias a las de “Podemos”.

Algunos de sus líderes han llegado sembrando el escenario político de descalificaciones dirigidas hacia todos los puntos cardinales, circunstancia que ya ha empezado a recoger algunos malestares entre militantes de las propias filas y como no, reacciones por parte del “Podemos” de Pablo Iglesias que echando mano de su principal argumento contra todos aquellos que no bailan al son podemista, acusaron a los de “Si se Puede” de ser integrantes de “la casta”. ¡Faltaría más! Pues ya ven. La falta de identidad que produce “No Poder” disponer de una marca propia degenera en una marea de pequeños intereses personales y locales adornada por un nudo goridiano de nombres alternativos cuyo único objetivo parece que es el de hacerse con una porción del desencanto popular que los aúpe a la posibilidad de gestionar los intereses generales de los ciudadanos, cuando la muestra que nos ofrecen es que no son capaces de organizarse ellos mismos.

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