CONFIESO QUE HE PENSADO

El experimento

Confían en que, a la hora de la verdad, cuando el electorado se dirija a las urnas, prevalezcan las preferencias de toda la vida

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EL alcalde de La Laguna y candidato de Coalición Canaria a la presidencia del Gobierno autonómico, Fernando Clavijo, ha sido meridianamente claro y contundente: no abandonará su carrera hacia la jefatura del Ejecutivo regional a pesar de permanecer imputado en el «caso Corredor». Cierto es que ha añadido la coletilla de que la última palabra, cómo no, corresponde a su partido, pero tal manifestación alberga idéntico valor que el intercambio de pareceres sobre el tiempo entre los usuarios de un ascensor.

Las sospechas que se ciernen sobre el dirigente nacionalista no le han hecho desistir de su objetivo, ni parece siquiera que hayan influido de modo determinante en el apoyo que le brinda su formación política. Con la excepción de algunas voces solitarias, los nacionalistas han cerrado filas para proteger a su cabeza de lista.

En un principio, tal desligazón de la realidad, es decir, obviar los problemas judiciales del candidato cuando una de las principales banderas en los próximos comicios será, precisamente, la lucha contra la corrupción, parece un auténtico contrasentido y acaso el mejor camino para ver reducido de forma drástica el apoyo electoral. Entonces, ¿cuál es la explicación? Muy sencilla: en el fondo, los próceres de Coalición Canaria, como los de los restantes partidos, no están tan seguros de que vaya a producirse el radical cambio sociológico que prevén las encuestas de opinión. Confían en que, a la hora de la verdad, cuando el electorado se dirija a las urnas, prevalezcan las preferencias de toda la vida. Acaso con ciertas variaciones, pero no lo suficientemente extremas como para que se materialice un giro político que, atendiendo a las previsiones, podría tildarse de cuasi revolucionario.

Y es que la reciente historia de España en general, de las islas en particular, da la razón a los inmovilistas. Durante décadas, candidatos imputados o sobre los que se cernían toda suerte de sospechas de corrupción y corruptelas han arrasado en las sucesivas citas electorales. Por ello, sólo cuando llegue el momento crucial, el próximo 24 de mayo, podremos contrastar si la exigencia de honradez y transparencia a la clase política por parte de la población, una novedad en este país, es una realidad o simplemente forma parte del humo preelectoral de las encuestas.

Coalición Canaria, con Clavijo convertido en conejillo de indias, parece empeñada en formar parte del gran experimento con el que saldremos de dudas acerca de si esta sociedad ha empezado a cambiar o, por el contrario, sigue mirando hacia otro lado, como viene haciendo desde hace mucho tiempo. Demasiado.

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