Lucas Bravo de Laguna hace balance de su gestión y reconoce que le gustaría seguir en Deportes

El consejero grancanario de Deportes, Lucas Bravo de Laguna, reconoció este miércoles su deseo de continuar en el Cabildo insular la próxima legislatura y mantenerse a cargo de la misma área, aunque recurrió al habitual «finalmente, dependerá del partido», aludiendo a que su fuerza política, el PP, todavía no ha definido las listas de cara a las próximas elecciones.

Frente a la inminencia de la Copa del Rey, de la que Gran Canaria será anfitriona, confió en su rentabilidad, al citar que en la pasada edición, celebrada en Málaga, se calcularon unos beneficios de 21 millones de euros, si bien en este caso dijo que prefiere un cálculo conservador y ubicarlo en unos 16 millones, aproximadamente el doble de lo que dejó la Copa del Mundo el pasado verano, cifrados en ocho millones y medio.

Sobre esta cita, que reunirá a lo mejor de la liga ACB, destacó su gran relevancia, puesto que es considerada «uno de los diez grandes eventos deportivos de Europa» y que volverá a confirmar la utilidad del Gran Canaria Arena, unas instalaciones que, dijo, «han demostrado su carácter polivalente», al haber acogido desde su inauguración certámenes de boxeo, motocross o lucha canaria, junto con espectáculos musicales.

Con respecto a la Copa del Mundo de baloncesto, desveló que la federación española ha quedado «muy satisfecha» con la organización, que se ha pasado «con muy buena nota» y destacó que el partido previo disputado por la selección de Estados Unidos fue seguido por 21 millones de espectadores en todo el mundo en 150 países, lo que lo convierte en el acontecimiento con sede en Canarias de mayor repercusión de la historia.

Acerca de una de las grandes obras de su gestión y promesa electoral, el acercamiento de las gradas al campo de juego en el Estadio de Gran Canaria, confió en que para la próxima temporada futbolística ya se pueda recuperar esa cercanía con los jugadores, para «arropar y animar» a la UD Las Palmas como en los tiempos del Insular. Sin embargo, admitió que la obra es «muy compleja, porque es más complicado acercar el graderío que hacerlo de nuevo».