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Como dos «patos cojos»

Tanto Paulino Rivero como su segundo, José Miguel Pérez, siguen actuando de manera subjetiva y caprichosa en cuestiones de gran trascendencia

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Teniendo en cuenta el escaso tiempo que les queda en sus poltronas y la forma como han sido apartados de ellas, es evidente que tanto Paulino Rivero como su segundo, José Miguel Pérez, han perdido casi toda influencia política. Se han convertido en lo que en el argot político se conoce como "patos cojos".

Pero, lamentablemente, ambos siguen actuando de manera subjetiva y caprichosa en cuestiones de gran trascendencia. Como si fuesen a seguir toda la vida en esos puestos de los que han sido desalojados por sus propios conmilitones. Y encima, utilizando argumentos que, como los sueños, no obedecen a nada racional.

Una manera de actuar que produce vergüenza. Vergüenza, por ejemplo, cuando oímos a quien nos representa, al presidente de la comunidad autónoma, exhortar a la población a rebelarse contra los sondeos petrolíferos que se realizan a 60 kilómetros de nuestras costas y amenazar, no sé a quién, con que no se llevarán pacíficamente el petróleo.

¿Qué es lo que quiere decir? Supongo que no estará insinuando utilizar la violencia para intentar conseguir lo que no ha podido alcanzar a través de la legalidad. Porque ese tipo de amenazas y apología de la violencia que utiliza para amedrentar a los ciudadanos tendrían que ser perseguidas por la Justicia. Sobre todo cuando quien protagoniza esos desmadres es el representante del Estado en las Islas.

Es inaudito que mientras la legalidad de los sondeos es avalada por todas las instancias jurídicas, a las que precisamente Rivero ha acudido para intentar paralizarlos, la contumacia y cerrazón de éste lo siga empujando hacia la creación de una fractura social que tiene a tres insostenibles mantras como base. El primero, esa vieja engañifa de que los recursos que se puedan obtener del subsuelo marino están en aguas Canarias, cuando sabe muy bien que esas aguas son de soberanía nacional.

El segundo mantra, ese planteamiento abstruso de que los hidrocarburos que pudiesen extraerse solo beneficiarían a la empresa Repsol, a sabiendas de que, llegado el caso, se aplica un gravamen en función al volumen de la producción, que irá incrementándose a medida que la producción media diaria crezca.

Y el tercero, el más execrable, que los sondeos se hacen en contra de los intereses generales del pueblo canario, siendo consciente de que es incierto. Y la suma de todos estos errores de apreciación es la que lo mantiene en la falsa teoría de que el Ejecutivo de España maltrata a Canarias.

Y entonces, o es la irresponsabilidad del "pato cojo", que solo vive para el corto plazo, o es que Paulino Rivero está intentando que Repsol lo nombre consejero de la petrolera el próximo mes de mayo. Todo es posible.

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