MAR ADENTRO

Aquí hablamos ocho idiomas

Si aquí nos explicoteamos en guachinais y estamos everybody al liquindoi, mientras que los que se encuentran en standby, que son la tira, están buscando un vueling baratito para Castellón.

Actualizado: Guardar
Enviar noticia por correo electrónico

Si aquí, en Cádiz, mire usted, somos tan políglotas que lo mismo dominamos el italiano -alfadeina casquete fondillo tilín coloquín del pillín cebollazo, compañeri, al ataqui, afilati el sable, Juanillo, que está doña Ineti, esperando el repaso-, que chamullamos el latín desde que aquí se puso el Non Plus Ultra que traducido resulta: después de Cádiz, ni hablar! ...

Si aquí, cerca de Rota, entendemos sobradamente de Polaris y, a la vera de Gibraltar, sabemos que el HMS Tireless se traduce por El Jartible y no por El Incansable y que el New Flame viene a significar con todas tus castas. Si crecimos a la falda de sus emisoras canturreando yesterdei ol mai trabels sin sou far agüey o satisfeichon.

Si los diteros de La Línea pregonaban en la posguerra el «chachi veri gud de la búa niquelá». Change very good, muy buen cambio, pues cambiaban libras por pesetas. De la búa niquelá, agujas de niquel, lo mejor de lo mejor, chachi, superguay, dabuten, para entendernos. Si la jerga popular de los yanitos entremezcla voces llegadas desde las islas británicas a las cuatro esquinas del mediterráneo: cierra la window, darling, que hace mucho cold, no es una frase chistosa. Les duele el apendi (apéndice), sufren del disco (columna vertebral), a muchos les gusta el drinki (bebida) pero va que chuta (salir hacia delante, estupendamente) el pastiso (revoltijo) de gente con su bullerío (chillerío) por estos marchapiés (aceras) sobre los que trotan mujeres in family way (embarazadas), tipos con aire de ha ham (jefes, personas importantes), vestidos de pan mascao (vestidos de limpio) y niños que chupan liquirbar (regaliz) o juegan con los meblis (canicas) al kicks por si pega (una forma de golpear esas pequeñas bolas de pasta o de cristal de los juegos infantiles). Y si frases parecidas a ésa han podido escucharse en las cercanías de Rota.

Si el Jerez profundo es capaz de decir de un tirón «venaquíyapuyáquillo» y en Espera, según nos advierte David Hidalgo en su «Palabrario andaluz», se le llama cigala a los tractores, y en Ubrique perrillos a las pinzas de la ropa.

Si el candié nace de la voz inglesa «candy egg». Si hay zonas de la provincia en que el órgano sexual femenino aparece ya identificado como «verigüé».

Si en Cádiz-Cádiz sólo Pedro Payán debe saber que chigüato, fusilazo, babeta, alferecía, enguachisnao, guarnío, sangui y sangangui, guannajarse, bastizano, tracaná y tangay proceden directamente del fenicio.

¿Por qué le han entrado tantas ganas al presidente Zapatero de que aprendamos inglés en quince años, mejor que en quince días? Cádiz lleva tres mil años aprendiendo y olvidando todas las lenguas del mundo. Y como podía leerse en las cristaleras del viejo Café Español: «Aquí hablamos ocho idiomas. Por señas».