Pedro Rodríguez - DE LEJOS

El fantasma de Dukakis

¿Por qué no se puede descartar una victoria de Trump en las presidenciales del 3 de noviembre?

Todo sobre las elecciones en EE.UU. 2020, en el Especial ABC

Mike Dukakis, en una imgen de 2012 Reuters

Pedro Rodríguez

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El verano de 1988 se está poniendo de moda por lo que pueda ocurrir en las complicadas elecciones presidenciales que Estados Unidos celebrará el próximo 3 de noviembre. En los calores de hace 32 años, tras la convención de su partido en Atlanta, el candidato presidencial demócrata Michael Dukakis parecía destinado a suceder en la Casa Blanca al mismísimo Ronald Reagan. El gobernador de Massachusetts llegó a acumular una rutilante ventaja de 17 puntos sobre su rival republicano Bush padre.

Aquella campaña sirvió para confirmar dos cosas: la efectividad del juego electoral sucio y que tres meses son una eternidad en política. De hecho, el vicepresidente George Bush terminó ganando en 40 de los 50 Estados de la Unión, con una ventaja del 53% del voto popular frente al 46% obtenido por Dukakis. Cuatro años después, el veterano Bush a pesar de sus impecables credenciales fue derrotado por Bill Clinton gracias a una crisis económica y un voto conservador dividido por otro multimillonario populista llamado Ross Perot.

Por supuesto, la historia de Bush Sr. y Dukakis está sirviendo como jarro de agua fría para los que caen en el error de confundir las encuestas más recientes con los resultados del 3 de noviembre. Es cierto que Joe Biden, tras las convenciones reconvertidas en mala televisión, mantiene una ventaja sobre el ocupante de la Casa Blanca de entre siete y diez puntos. Pero también es cierto que la Presidencia de Estados Unidos se decide en 50 elecciones diferentes, sin necesidad de sumar una mayoría del voto popular.

La gran lección política de Donald Trump es que se puede ser presidente sin necesidad de construir una gran coalición de votantes y sin pasar por el peaje de la diversidad que define a Estados Unidos. Por eso, esta semana Trump ha llevado su divisivo show hasta Wisconsin, Estado que ganó en 2016 por un margen de siete décimas sobre Hillary Clinton. Sabe muy bien que para ser astronauta honorario no hace falta llegar hasta la Luna.

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