La presidenta argentina saluda a sus seguidores de La Cámpora desde la Casa Rosada
La presidenta argentina saluda a sus seguidores de La Cámpora desde la Casa Rosada - EFE

Sálvese quien pueda en La Cámpora tras el triunfo electoral de Macri

Cristina Fernández de Kirchner deja colocados apresuradamente a miles de militantes en ministerios, secretarías, organismos del Estado, Ypf, Aerolíneas Argentinas y Embajadas

Corresponsal en Buenos Aires Actualizado: Guardar
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La derrota en la provincia de Buenos Aires dejó heridos en el camino. Entre estos, a La Cámpora. El actual jefe de Gabinete del Gobierno, Aníbal Fernández, había comenzado un «cronograma» (calendario) de obras y rediseño en edificios públicos, para recibir a los leales de la organización ultra K que, por la fuerza del voto, se quedarían sin sueldos o subvenciones en La Nación. Anticipaban el fracaso de Daniel Scioli (Frente para la Victoria) frente al hoy presidente electo Mauricio Macri (Cambiemos). Lo que no tenían previsto es que se quedarían sin nada.

Vender la piel del oso antes de cazarlo en las urnas trajo como consecuencia un cimbronazo brutal en los dos Fernández (Aníbal y la Presidenta de Argentina).

La decepción al perder la provincia, la pieza más codiciada, fue, sino mayor, al menos de la misma intensidad para La Cámpora. La organización que fundó Máximo Kirchner veía en la mayor provincia de Argentina (y la de presupuesto más abultado) un refugio inmejorable para tener unos ingresos y seguir trabajando –o algo parecido- en lo que denominaron «el proyecto nacional y popular», un plan que los historiadores tendrán que explicar con no poco esfuerzo.

El efecto de una derrota, nunca contemplada, encontró respuesta casi inmediata en la Presidenta de Argentina. Identificada ella misma con «Khaleesi» (la madre de los dragones en Juego de Tronos), Cristina Fernández de Kirchner amplio el periodo de sesiones legislativas, afiló el lápiz y, como un rió de tinta, los nombramientos y designaciones en Ministerios y dependencias de la Administración comenzaron a fluir para terminar de dejar bien colocados a sus cachorros.

A los primeros espadas de La Cámpora la presidenta los había salvado al colocarlos en la lista de legisladores en puestos preferentes. En el próximo Congreso habrá 24 diputados y tres senadores camporistas. Entre otros populares, el propio Máximo Kirchner, Eduardo «Wado» de Pedro (secretario general de la Presidencia), Andrés «el cuervo» Larroque y el ministro de Economía, Axel Kicillof.

En el Ministerio de Economía, entre tanto, se abren las puertas para los compañeros. Muchos aún andan desperdigados en busca de un rincón, mesa o silla donde instalarse. La Nación publicó hace unos días una imagen de un grupo sentado en el suelo donde, para matar el tiempo, había una joven que hasta echaba las carta del Tarot.

El desembarco de «los muchachos» en otras instancias es un proceso acelerado tras la primera vuelta del 25 de octubre de las elecciones pero se inició hace un par de años y no dejó fuera de su red de asalto al poder de una nómina, ministerios, organismos (incluido la flamante Agencia de Inteligencia), empresas semiestatales como Ypf y Aerolíneas Argentinas y hasta las Fuerzas Armadas. «Yo, procuro estar calladito y pasar desapercibido», observa un oficial que acude todos los días al Edificio Libertador, sede del Ministerio de Defensa. Su titular, Agustín Rossi, también dejó colocada su hija, Delfina Rossi, camporista de 26 años (vivió 13 en Cataluña) hace un par de meses al frente del Banco Nación, la mayor entidad del sistema financiero argentino. «No creo que pase», respondió en una entrevista al sitio Baines Report, al ser preguntada si Mauricio Macri querrá conservarla en ese puesto.

Del 2013 a esta parte, esto es, en los dos últimos años de gestión, el Gobierno de Cristina Fernández se sacó de la chistera del poder una veintena de instituciones y organismos para dejar colocados a sus miltantes. «Al menos, uno por mes, entre los que se incluyen fideicomisos, empresas públicas, agencias, entes de control y universidades», se detalle en una investigación minuciosa de Infobae, diario digital puntero de Argentina.

«Universidades K»

El sector universitario fue uno de los objetivos y caldos de cultivo más útiles para el kirchnerismo. En estas elecciones, muchos de los rectores de las conocidas popularmente como «universidades K», instaron –hasta por escrito- a sus alumnos a votar por Scioli. En otros organismos públicos, directamente amenazaron a los trabajadores si no lo hacían y les advertían «sabremos a quien votaron», echando por tierra esa idea de que el voto es libre y secreto. Vistos los resultados, no tuvieron miedo.

Cristina Fernández, durante su doble mandato, dio luz verde a siete centros estudiantiles a los que dio tratamiento o categoría de Universidad. Entre éstos, a la Universidad Popular Madres de Plaza de Mayo, cuyas deudas millonarias por su mala gestión fueron absorbidas por el Estado ante las protestas de la oposición. En esas instalaciones, Hebe de Bonafini (Presidenta de Madres de Plaza de Mayo) entona con frecuencia algunas de sus arengas donde hace apología del terrorismo, la violencia y la lucha armada. La máxima de esta «universidad» (cuyas monumentales deudas absorbió el Estado) la resume su web (en elaboración a estas alturas) con una frase «Construcción colectiva del conocimiento y la liberación».

En las últimas semanas, pese a saber que abandona la Presidencia el 10 de diciembre, la presidenta designó una decena de embajadores. El colmo de los nombramientos en Exteriores lo protagonizó hace un par de semanas un matrimonio de La Cámpora: Santiago Villalva Díaz fue nombrado Embajador en Ucrania y su mujer, María Carolina Pérez Colman, obtuvo el mismo puesto en Grecia. Entre los dos recaudarán un apr de sueldos envidiables y, total, entre ambos destinos las distancias son casi simbólicas.

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