CLAVES DE LATINOAMÉRICA

El «parteaguas» migratorio de América

De México y del Triángulo Norte centroamericano se emigra a EE.UU., de Nicaragua se viaja a Costa Rica

Mapa de Centroamérica

EMILI J. BLASCO

El río Coco, que separa Honduras y Nicaragua, atravesando el istmo centroamericano casi de océano a océano, es la gran línea divisoria migratoria de América. Al norte del Coco (también conocido como río Segovia), las poblaciones del Triángulo Norte (Guatemala, El Salvador y Honduras) y de México emigran hacia Estados Unidos; al sur del río, ese flujo se atempera, de forma que en los últimos años los nicaragüenses han emigrado más hacia el sur , a la vecina Costa Rica. Es como si el recodo del cabo Gracias a Dios (el ángulo de 90 grados marcado por la desembocadura del Coco, que supone un quiebro en la silueta de Centroamérica en el mapa) redirigiera los vientos migratorios.

De Costa Rica y Panamá también se emigra a Estados Unidos, pero el porcentaje de ese flujo queda por debajo del registrado en México y en el Triángulo Norte. Además, Costa Rica, donde los extranjeros suponen el 8,6% de su población, es el país con mayor migración neta de Latinoamérica.

El progreso económico de Costa Rica , el único país centroamericano en desarrollar una industria de componentes electrónicos, ha atraído los últimos años la mano de obra de Nicaragua, especialmente en labores del campo abandonadas por costarricenses que han pasado a la pequeña industria y los servicios. Costa Rica también ha atraído, en mucha menor medida, a colombianos, mientras que los panameños han cruzado menos su frontera ante las oportunidades que ofrece su propia economía, impulsada por el canal.

El empuje económico en Costa Rica se ha deteriorado recientemente, con incremento del desempleo (en 2007 estaba por debajo del 5%; en 2016 rondó el 9%), del endeudamiento público (en 2008 registró un mínimo del 24%; en 2017 pudo haber cerrado con casi un 50%) y del déficit presupuestario (por encima del 6% en 2017). Un deterioro macroeconómico que explica el declive de los dos partidos tradicionales de Costa Rica, que se venían repartiendo el poder desde la Segunda Guerra Mundial, como se acaba de ver en las elecciones presidenciales , y que se ha traducido también en una reducción de la inmigración nicaragüense en el país. No obstante, esta no se ha desplomado y sigue siendo históricamente alta.

Nicaragüenses en Costa Rica

En 2008, Costa Rica superó a Estados Unidos en el número de residencias permanentes concedidas a nicaragüenses, y así ha sido desde entonces, con una diferencia cada vez mayor, de acuerdo con un informe migratorio de la OEA. El récord fue en 2013, cuando 14.779 nicaragüenses obtuvieron ese estatus en Costa Rica (más de la mitad de todas las autorizaciones a extranjeros), frente a los 3.046 en EE.UU.

Ese ritmo ha ido acercando el número de inmigrantes nicaragüenses que viven en ambos países: el último dato oficial habla de 405.601 nicaragüenses censados en EE.UU. en 2012; los que tenían residencia permanente en suelo costarricense sumaban ese año 264.288 y ascendieron a 281.560 en 2013, según la Dirección General de Migración y Extranjería de Costa Rica, país que no llega a los 5 millones de habitantes.

La vecindad entre los dos países centroamericanos permite, además, un gran trasiego de visitantes que seguramente esconde un amplio margen de inmigración ilegal : en 2013 un total de 480.250 nicaragüenses cruzaron la frontera y 443.054 lo hicieron en 2016, en viajes normalmente de ida y vuelta, muchos probablemente para superar los escollos del servicio de extranjería y al mismo tiempo estar en permanente contacto con sus hogares de origen.

Fin del Estatuto de Protección en EE.UU.

Nicaragua, afectada en la década de 1980 por los conflictos guerrilleros y guerra civil que también sufrieron Guatemala y El Salvador, vivió entonces, junto a esos países, la marcha de muchos nacionales a Estados Unidos. Eso y catástrofes naturales en la región llevaron a Washington a aplicar en la década de 1990 un Estatuto de Protección Especial para muchos centroamericanos que llegaron ilegalmente. A finales de 2017 la Administración Trump anunció el fin de esos programas, por lo que cientos de miles de personas deberán en principio regresar a sus países de origen.

En el caso de los países del Triángulo Norte, la extrema violencia que sufren sus sociedades seguirá alimentando la emigración, a pesar del programa Alianza para la Prosperidad impulsado por EE.UU., orientado a mejorar las condiciones socioeconómicas de esas naciones. De ellas salen unas 200.000 personas cada año con el propòsito de llegar a suelo estadounidense, según un informe del Instituto Tecnológico Autónomo de México.

Para esos emigrantes EE.UU. seguirá siendo el horizonte anhelado, aunque quizás algunas deban conformarse con quedarse en zonas prósperas de México. Para los nicaragüenses, en cambio, sin estar espoleados por un clima de violencia interno, el viaje por tierra hasta EE.UU. es demasiado largo; Costa Rica puede seguir siendo una válvula de escape para la emigración económica nicaragüense.

Comentarios
0
Comparte esta noticia por correo electrónico

*Campos obligatorios

Algunos campos contienen errores

Tu mensaje se ha enviado con éxito

Reporta un error en esta noticia

*Campos obligatorios

Algunos campos contienen errores

Tu mensaje se ha enviado con éxito

Muchas gracias por tu participación