«Operación Yellowbird»: la gran evasión de Tiananmen

Activistas de Hong Kong ayudaron a escapar de China a 400 disidentes perseguidos

Un tanque inflable frente al 'Hombre del tanque' en la Plaza de la Libertad en Taipei EFE
Pablo M. Díez

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La represión de Tiananmen no acabó con el aplastamiento de las protestas prodemocráticas que pusieron en jaque al régimen chino hace ahora tres décadas. En realidad, empezó en ese momento, cuando el Ejército entró a tiros en la céntrica plaza pequinesa la madrugada del 4 de junio de 1989. Tras desalojar por la fuerza a los últimos manifestantes, que llevaban acampados casi dos meses reclamando más libertad y menos corrupción, empezó una cacería para castigar a los estudiantes, trabajadores e intelectuales que habían desafiado al Partido Comunista.

Todavía no se sabe con exactitud cuántos cayeron bajo las balas de los soldados ni en las ejecuciones posteriores, pero se calcula que fueron entre 200 y varios miles. Lo que sí se conoce es el número de manifestantes que escaparon de la represión: más de 400, sacados clandestinamente de China por activistas de Hong Kong, entonces colonia británica.

Hasta 1997, cuando la ciudad fue devuelta al régimen comunista de Pekín, sus grupos estudiantiles y de derechos humanos ayudaron a sus «hermanos» perseguidos en el continente con la denominada «Operación Yellowbird». Bautizada así en honor de la libertad de la que disfrutan los pájaros, en ella jugó un papel crucial Richard Tsoi, quien pertenecía a la Federación de Estudiantes y se encargó de la tesorería.

Los más buscados

«Con los doce millones de dólares de Hong Kong que habíamos recaudado con donativos en solo un mes, nuestro grupo rescató a más de 40 disidentes y ayudó a otros que se quedaron y a las familias de las víctimas», cuenta a ABC Richard Tsoi, vicepresidente de la Alianza por los Movimientos Democráticos y Patrióticos de China. Con el apoyo de varios servicios secretos occidentales, otros grupos salvaron al resto. «Los prioritarios eran los líderes que se habían señalado durante las protestas, sobre los que el régimen había dictado órdenes de captura», recuerda mostrando una «lista negra» de fugitivos elaborada por el Ministerio de Seguridad Pública en septiembre de 1989.

Richard Tsoi, activista de Hong Kong, muestra la "lista negra" de disidentes buscados por el régimen chino tras las protestas de Tiananmen en 1989 Pablo M. Díez

En ella figuran una veintena de disidentes con foto y descripción y medio centenar de nombres de toda China en los más variados ámbitos sociales, desde la Universidad hasta las fábricas pasando incluso por periódicos de la propaganda como el «Diario del Pueblo». Un amplio espectro que demuestra el eco de las manifestaciones, encabezadas al principio por los estudiantes y a las que se unió el resto del pueblo.

Entre los rescatados destacan los estudiantes e intelectuales que lideraron las protestas y negociaron con el régimen, como Wu´erkaixi, Chai Ling, Li Lu, Feng Congde, Chen Yizi y Su Xiaokang, incluidos en la lista de los 21 más buscados de China.

«Después de que algunos de ellos hubieran huido en junio, nosotros empezamos los rescates en agosto, primero cinco hombres y luego una mujer», detalla Tsoi. Como tesorero, tuvo que pagar en metálico más de un millón de dólares HK a los «operativos encargados de las extracciones». En su mayoría, estos operativos eran mafiosos de las tríadas de Hong Kong que aprovechaban las rutas del contrabando para ocultar a los fugitivos en su huida de China.

Además de por el dinero, que era aportado por empresarios y artistas de Hong Kong que simpatizaban con la causa democrática, Tsoi asegura que «había mucha gente en China que se arriesgaba a ayudarnos porque estaba en contra de la violencia del régimen». Como en esa época no había móviles y las llamadas de teléfono eran complicadas y caras, los rescatadores usaban «buscas» y se comunicaban a través de mensajes en clave. «El número 12 significaba recoge el equipaje y vete; el 13, huye inmediatamente; el 8, llegaré pronto, al que se le añadían otros números detrás para indicar la hora», desgrana enseñando un papel de aquella época con los códigos.

Éxitos y fracasos

Meticuloso, Tsoi no solo conserva su diccionario de códigos y la «lista negra» de la Policía china, sino hasta los recibos con el importe de las operaciones firmados por los rescatados. Para salvar a algunos de ellos, como a la disidente Cheng Zhen, la Federación de Estudiantes invirtió hasta medio millón de dólares HK, como demuestra un recibo fechado el 25 de agosto de 1989. Aunque la mayoría de los rescates tuvieron éxito, tres operativos fueron detenidos en octubre de ese año cuando intentaban sacar a Chen Ziming y Wang Juntao, acusados por el régimen de ser las «manos negras» tras Tiananmen.

Incluso el propio Tsoi fue arrestado en 1993, cuando acompañó a China al líder obrero Han Dongfang. Al ser ciudadano de Hong Kong, una región especial con más derechos y libertades que el resto del país, quedó en libertad, pero no pudo regresar a China hasta 23 años después. «Ahora no podríamos llevar a cabo estos rescates porque hay mucho más control en China», se lamenta Tsoi, quien no duda en que «volvería a hacerlo porque salvamos muchas vidas».

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