George W. Bush, entre el secretario de Defensa Donald Rumsfeld (i) y el vicepresidente Dick Cheney, en un acto celebrado en Arlington en 2006
George W. Bush, entre el secretario de Defensa Donald Rumsfeld (i) y el vicepresidente Dick Cheney, en un acto celebrado en Arlington en 2006 - EFE
ESTADOS UNIDOS

El lamento de Bush padre por los belicosos lugartenientes de su hijo

Condena los malos consejos de Rumsfeld y Cheney, pero sin exculpar a su vástago

Corresponsal en Washington Actualizado: Guardar
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Al presidente norteamericano que puso en su sitio a Sadam Husein en primera instancia, le gustó poco la forma en que su hijo, George W., llevó las riendas de Estados Unidos tras el 11-S. Y mucho menos, sus lugartenientes, los llamados halcones, el vicepresidente, Dick Cheney, y el secretario de Defensa, Donald Rumsfeld, contra quienes arremete abiertamente. En la biografía autorizada que publica la próxima semana el Premio Pulitzer Jon Meacham, titulada «Destino y Poder: La Odisea Americana de George Herbert Walker Bush», su protagonista critica con dureza el «lenguaje belicoso» que a su juicio implantaron ambos y que, según confiesa, terminó asumiendo su propio hijo en algunas ocasiones. De Cheney afirma que «creó su propio imperio e influyó excesivamente» en su hijo, mientras que para Rumsfeld reserva la expresión «tío arrogante y mal asesor» de quien en 2001 hubo de hacer frente al mayor ataque terrorista perpetrado en la historia de EE.UU.

George Herbert Walker Bush (Milton, Massachusetts, 1924), el 41 presidente de los Estados Unidos y el mayor de la saga, intenta decir la última palabra sobre el doble legado presidencial de la familia, que sería triple si su hijo pequeño, Jeb, alcanza la Casa Blanca en enero de 2017.

Condenado a una silla de ruedas por el parkinson, Bush padre parece afrontar la última etapa de su vida con la necesidad de hacer un balance global positivo de la saga Bush, pero también de rendir cuentas en forma de críticas, sobre todo a los peores episodios de la presidencia de su hijo (2000-2008).

Bush padre se centra en el error de la expresión «eje del mal»

En la entrevista-libro, pone el acento en el lenguaje y las formas que siguieron al 11-S y se centra en el error de la expresión «eje del mal», con la que George W. Bush bautizó a Irak, Irán y Corea del Norte. A su juicio, el eslogan con el que su hijo lideró la guerra global contra el terror yihadista «puede servir para conseguir titulares, pero no resuelve los problemas». En su sentencia, el mayor de la saga concluye que «hoy está probado que eso no benefició a nadie».

Aunque George W. H. pone el foco de sus arremetidas en Cheney y Rumsfeld, no elude la responsabilidad de su hijo, demasiado influido a su entender por el vicepresidente, y lo hace con una expresión muy conocida en la política norteamericana: «El macho para por allí», en referencia al Despacho Oval. La frase es conocida porque fue la inscripción que presidió la mesa de Harry S. Truman durante los años que ocupó la Casa Blanca, entre 1945 y 1953, una forma explícita de asumir cada una de las decisiones del cargo.

Respuesta de Bush hijo

La andanada de Bush padre obligó a su hijo a salir al paso el mismo día en que se desvelaron los pasajes más conflictivos. En un escrito, George W. Bush se mostró «orgulloso del servicio de Dick Cheney y Donald Rumsfeld, de su servicio al país y de su amistad», y particularizó de esta manera: «Cheney hizo un supertrabajo como vicepresidente y Rumsfeld fue un efectivo secretario de Defensa».

Es una incógnita el efecto que tendrá la publicación de la biografía en la carrera electoral del menor de los hijos, ya de por sí debilitada. Preguntado por las críticas, Jeb Bush intentó una solución intermedia para no perjudicar a su familia ni a sí mismo: «Mi hermano es un buen tipo. Su mandato estuvo marcado por su pensamiento y su reacción al 11-S. Yo creo que mi padre lo que hace es crear una narrativa diferente, quizás, ¿y es natural, no? Pero George diría que él era comandante en jefe y aceptó la responsabilidad, para lo bueno y para lo malo».

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