El ELN, la guerrilla colombiana que fundó un cura español
El segundo grupo rebelde de Colombia, que acaba de abrir el diálogo con el Gobierno de Santos, se inspiró en la revolución castrista y tuvo en un clérigo de Zaragoza a su primer líder
>Corresponsal en Bogotá Actualizado: GuardarInspirado en la revolución cubana, el Ejército de Liberación Nacional (ELN) se fundó en 1964. Su máximo jefe hasta 1998 –cuando murió de hepatitis– fue el sacerdote español Manuel Pérez Martínez (alías «el Cura Pérez»), nacido en 1943 en Zaragoza. Llegó a Colombia en 1968 y, junto a otros curas católicos, se sumó a la lucha armada para imponer un sistema socialista.
En enero de 2015 el ELN confirmó a cinco líderes: Nicolás Rodríguez Bautista (alias «Gabino»), Israel Ramírez Pineda («Pablo Beltrán»), Rafael Sierra Granados («Ramiro Vargas»), Eliécer Chamorro Acosta («Antonio García») y el único que tiene pendiente una solicitud de extradición de Estados Unidos, Carlos Marín Guarín («Pablito»).
A diferencia de las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia (FARC), cuyos mandos fueron diezmados en los últimos diez años, los principales comandantes del ELN –que cuenta con entre 2.000 y 4.000 combatientes según el Gobierno– han sobrevivido a la ofensiva militar y permanecen en la clandestinidad. Muchos de ellos viven en la frontera con Venezuela.
En octubre pasado, el fiscal general, Eduardo Montealegre, presentó en Washington los resultados parciales de una investigación, que concluyó lo siguiente: hay 15.741 expedientes abiertos contra esos insurgentes. Allí se incluyen 5.391 homicidios, 4.894 secuestros, 2.989 desplazamientos forzados, 1.450 infracciones contra el DIH (Derecho Internacional Humanitario), 930 reclutamientos ilegales y 87 casos de violencia de género.
De qué se financia
Esta guerrilla que, de prosperar las conversaciones, quieren formar un proyecto político, se ha financiado a base de secuestros, minería ilegal, extorsión a multinacionales petroleras y mineras y narcotráfico.
Pero su gran huella en el conflicto armado colombiano ha sido, sin lugar a dudas, la destrucción de buena parte del ecosistema colombiano. De acuerdo con la Fiscalía, los 1.317 atentados perpetrados por ese grupo contra el oleoducto Caño Limón-Coveñas entre 1986 y 2014 (uno semanal de media), «se constituyen en la mayor catástrofe ambiental producida por derrame de petróleo en el mundo»: 151 millones de galones vertidos contaminaron 42 hábitats, algunos de los cuales no se han recuperado totalmente. Las pérdidas financieras rondan los 42.000 millones de dólares y el oleoducto dejó de funcionar 3.701 días, equivalentes a una década.
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