Francisco de Andrés

Alma de rico

Más allá de la ideología totalitaria, los chavistas funcionan con la mentalidad de propietarios pródigos de un latifundio

Un viejo Chevrolet en el centro de Caracas EFE

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Cuenta en una de sus crónicas Ángel Gómez Fuentes que una fuente diplomática italiana comentó, al enterarse esta semana del «donativo» de Nicolás Maduro a Beppe Grillo en 2010, que lo único noticioso de la revelación fue conocer «la tacañería del chavismo», que lleva ya la friolera de 21 años montado en el machito en Venezuela haciendo y deshaciendo a su antojo con los recursos del país. La sobriedad del soborno –3,5 millones de euros en billetes– es discutible. Una maleta escondida en una valija diplomática contiene lo que puede contener una maleta. Y no sabemos si hubo más pagos posteriores al Movimiento 5 Estrellas italiano, ese epítome de la nueva izquierda revolucionaria europea que se proclama ecologista, antiimperialista y europeísta. Todo en uno. Como tampoco sabemos si el chavismo anterior al de la actuales vacas escuálidas financió otros movimientos progresistas emergentes en Europa.

En la rumbosidad del chavista, con independencia de las circunstancias, hay algo del alma profunda de rico del venezolano, desde que el petróleo mueve el mundo y a cada niño se le enseña que su país es el primero en reservas del planeta. Recuerda en cierto modo al argentino. «Mira –me comentaba con sorna hace tiempo un amigo durante la Feria Rural de Buenos Aires–, aquí está el patriciado vacuno, que todavía piensa que Argentina puede controlar la economía mundial gracias a sus inmensas reservas de carne».

Una de las impresiones más vivas de mi último periodo universitario fue leer, a finales de los 70, la convocatoria de becas para estudiantes y científicos españoles, con dotaciones extraordinarias para realizar tesis doctorales en las primeras instituciones educativas de Venezuela. Entonces, los dirigentes venezolanos, como los jeques saudíes, creían que podían comprar el mundo y atraer a los mejores talentos tirando de petrodólar. Hoy, el coste de un curso académico en cualquiera de las universidades privadas de gran prestigio antes del chavismo oscila en los 50 euros al año. Esa es la realidad del país, aunque Maduro sienta gusturrinín pensando que está financiando a la izquierda europea.

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