EE.UU. amenaza a Myanmar con sanciones tras el golpe de Estado

El Ejército retiene a la nobel de la Paz Aung Suu Kyi y otros miembros del Gobierno y el Parlamento mientras la ONU prepara una reunión del Consejo de Seguridad este martes

Un paso controlado por militares en Myanmar, después del golpe de Estado Reuters
Pablo M. Díez

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Un día después del golpe de Estado en Myanmar, nombre oficial de la antigua Birmania, no se sabe el paradero de su jefa de Gobierno «de facto», la nobel de la Paz Aung San Suu Kyi , ni del resto de políticos detenidos por los militares el lunes por la mañana. Unos 400 diputados, que habían acudido a la capital, Naipyidaw, para la constitución del Parlamento tras las elecciones de noviembre, están encerrados y vigilados por los militares en el complejo gubernamental que alberga dicho edificio, según informa la agencia AP.

Bajo el estado de emergencia declarado por el Ejército tras derrocar al Gobierno y apropiarse de los poderes ejecutivo, legislativo y judicial, en las calles se respira una calma tensa a la espera de ver qué ocurre. Al mando de su comandante en jefe, el general Min Aung Hlaing, el Ejército ha destituido a 24 ministros y formado un gabinete con once ministros. Para justificar su asonada, denuncian «fraude electoral» en la victoria en noviembre de Aung San Suu Kyi, que obtuvo el 83 por ciento de los votos, y prometen convocar elecciones de aquí un año y ceder el poder al partido que gane.

Desde las ocho de la tarde hasta las seis de la mañana, impera el toque de queda y, con los soldados patrullando las calles de la principal ciudad, Yangón (Rangún), este martes se ha recuperado tímidamante cierta actividad. Tras la sorpresa inicial, agudizada por una caída de internet y los teléfonos que ha llevado al acopio de víveres y dinero de los cajeros, los birmanos están a la expectativa después de ver truncada su joven democracia. Desde 2015, solo han podido votar en dos elecciones realmente libres, en las que han dado su apoyo casi unánime a la venerada Aung San Suu Kyi, hasta que los militares han vuelto a imponer la dictadura que rigió en el país durante las seis últimas décadas.

Condena internacional

Esta vuelta atrás ha sido condenada por las principales potencias occidentales y Estados Unidos ha amenazado con reinstaurar las sanciones que estuvieron vigentes durante aquella época. «La comunidad internacional debería unirse con una sola voz para presionar al Ejército birmano y que ceda el poder que ha tomado, liberando a los activistas y funcionarios que tiene detenidos», hace un llamamiento el nuevo presidente estadounidense, Joe Biden , en su primera crisis desde que ocupó la Casa Blanca hace apenas dos semanas.

En su declaración oficial, Biden recuerda que «EE.UU. levantó las sanciones sobre Birmania en la década pasada por sus progresos hacia la democracia», pero advierte de que «la involución de este proceso necesitará una inmediata revisión de nuestras leyes seguida de las acciones oportunas». Para ello, anunció que «trabajaremos con nuestros aliados en la región y el mundo con el fin de apoyar la restauración de la democracia y el imperio de la ley, así como para exigir responsabilidades a los responsables de revertir la transición democrática de Birmania».

En medio de la condena por parte de EE.UU., la Unión Europea, Japón, la India y Australia, y de la aquiescencia de China y Rusia, los 15 miembros del Consejo de Seguridad de la ONU se reunirán este martes a puerta cerrada para discutir la situación, que devuelve la inestabilidad al Sudeste Asiático en plena pandemia del coronavirus. A pesar de la aparente calma, el momento es sumamente peligroso porque Aung San Suu Kyi ha llamado a «no aceptar esto y protestar contra el golpe de los militares» en un mensaje escrito en Facebook antes de su arresto. Una vez más, Myanmar se debate entre la dictadura o la revolución.

Presión militar

Desde 1962, cuando el general Ne Win tomó el poder en otro golpe de Estado, este bellísimo pero paupérrimo país del Sudeste Asiático estuvo dirigido por gobiernos militares que, en 2011, iniciaron la transición a la democracia. Aunque la oposición consiguió derribar en agosto de 1988 a Ne Win, otra Junta militar lo reemplazó en septiembre de ese mismo año tras aplastar violentamente las protestas reclamando democracia. En 1990, el Ejército convocó unas elecciones que fueron ganadas de manera aplastante por Aung San Suu Kyi. Pero, en lugar de permitirle instaurar su gobierno, los militare s la confinaron bajo arresto domiciliario durante 15 de los siguientes 20 años. Liberada en 2010, ganó las primeras elecciones libres cinco años después y se disponía a empezar su segundo mandato tras arrasar también en los comicios del pasado noviembre. Pero, como ya ocurrió hace tres décadas, los militares han vuelto a recuperar una de las tradiciones birmanas más antiguas: la dictadura.

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