Donald Trump amenaza a los republicanos para que apoyen el muro con México

Advierte de que provocará el «cierre del Gobierno federal» si no aprueba una partida económica para su construcción

Manifestantes contrarios a Trump en Phoenix AFP
Manuel Erice Oronoz

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Donald Trump ha vuelto a mostrar su versión más auténtica. Alejado del corsé del Despacho Oval, donde acababa de doblegarse al establishment aprobando una nueva estrategia para la guerra de Afganistán, el indomable hombre de negocios metido a presidente se enfundó su traje de outsider y arremetió contra todos. El mitinero Trump eligió Arizona, uno de los estados fronterizos con México, para resucitar su promesa de construir el muro, y esta vez con amenazas. Sus fieles gozaban de sus gesticuladas arremetidas en el interior del polideportivo de Phoenix, mientras en el exterior, a los voceros de la extrema derecha y la extrema izquierda sólo les separaba un fuerte cordón policial. La tensión por los disturbios racistas de Charlottesville sigue viva. El presidente avisó al Congreso de que provocaría «el cierre del Gobierno Federal si no aprueba» la partida económica para poner en marcha su proyecto , «imprescindible para hacer más seguro nuestro país». Pero el verdadero desafío corresponderá a los suyos, los republicanos.

En la actualidad, es precisamente el dinero destinado a elaborar proyecto del muro uno de los puntos de desacuerdo entre los conservadores y los demócratas para aprobar la ley presupuestaria. El límite para que el Gobierno Federal entre en suspensión de pagos es el 1 de octubre. La advertencia de Trump apunta la mayoría republicana, a la que exigió el miércoles en Twitter que apruebe las cuentas del ejercicio con sus 52 senadores, frente a los sesenta que ahora son necesarios. «Eso es lo que harían los demócratas», arengó en el mitin la noche anterior. Pero por ahora los republicanos prefieren no forzar la situación ejerciendo lo que se conoce en el Congreso estadounidense como filibusterismo parlamentario, que en este caso consistiría en una interpretación interesada de la mayoría de la cámara en beneficio propio. Ni siquiera está claro un hipotético voto favorable de todos los senadores, ya que algunos se han mostrado abiertamente contrarios a la construcción del muro con el país del sur. El mensaje de Trump es que ejercerá su capacidad de veto si la ley presupuestaria se pacta sin la primera partida económica para la elaboración del proyecto , que el presidente firmó hace unos meses antes remitirla al Congreso. «Vamos a construir ese muro. La mayoría de los americanos votó por controlar la inmigración ilegal», proclamó Trump en Phoenix, provocando que sus acólitos le jalearan con el habitual «Build the wall!» («¡Construye el muro!»).

Relaciones tirantes

El desafío de Trump a los suyos llega en el momento de relaciones más tirantes, especialmente con el líder de la mayoría en el legislativo, Mitch McConnell , a quien ha culpado repetidas veces de no haber sido capaz de sacar adelante en el Senado la liquidación del Obamacare. En una prueba de la enorme distancia que media entre ambos, que no se han visto ni cruzado palabra desde hace tiempo, McConnell aseguró en privado recientemente que tenía «serias dudas» de que el presidente pudiera «salvar su mandato». No es el único frente abierto entre ambos. La semana pasada, el veterano republicano salió al paso de las duras críticas de Trump al senador Jeff Flake, reticente con la construcción del muro e inmerso en las primarias para su reelección por el estado de Arizona. Entonces, McConnell apoyó al senador. Ayer, desde Twitter, el presidente volvió a arremeter contra Flake, a quien tachó de «débil frente a la inmigración ilegal».

Mientras el inquilino de la Casa Blanca se explayaba en sus sacudidas, la Policía dispersaba con gases lacrimógenos a los cientos de personas que buscaban el enfrentamiento en las calles de Phoenix. Trump dirigió su segunda gran amenaza al NAFTA (TLCAN), el acuerdo comercial con México y Canadá, del que auguró su «liquidación». Apenas una semana después de iniciarse las conversaciones entre los tres países, el presidente retomaba las advertencias de antaño: «El NAFTA está terminado, porque yo creo que no va a haber acuerdo». No es la única forma de presión que está ejerciendo la Administración Trump, que tiene entre sus objetivos negociadores la supresión del tripartito que dirime las diferencias en su aplicación. Trump aspira a que Estados Unidos pueda adoptar decisiones unilaterales.

Ayer, el secretario de Relaciones Exteriores y responsable mexicano en las conversaciones, Luis Videgaray, respondió de esta forma a Trump: «México seguirá en la mesa de negociación con serenidad, firmeza y el interés nacional por delante».

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