Simpatizantes de Erdogan, encaramados a un tanque en Estambul el día después del golpe fallido en Turquía
Simpatizantes de Erdogan, encaramados a un tanque en Estambul el día después del golpe fallido en Turquía - AFP

La deriva de Erdogan hacia el poder absoluto

Su firmeza implacable con sus rivales ha llevado a Erdogan al control total en una Turquía cada vez más aislada

ESTAMBUL Actualizado: Guardar
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Desde uno de los barrios más humildes de Estambul hasta el liderazgo casi sin contrapesos de toda Turquía. Un camino así, como el recorrido por el presidente Recep Tayyip Erdogan, requiere inevitablemente enemistarte con diferentes actores políticos. Al líder islamista apenas le quedan amigos en el tablero internacional. La devoción de la mitad de la sociedad turca es lo único que le sigue dando impulso.

En apenas 15 años, el AKP (Partido de la Justicia y el Desarrollo), la organización cofundada por él mismo, se ha apoyado en prácticamente todos los sectores del espectro político turco. Primero en los liberales y europeístas, para después buscar el hombro del movimiento del poderoso teólogo musulmán Fethullah Gülen con el objetivo de liquidar a la vieja élite militar y administrativa que había gobernado desde que se fundó la República en 1923.

Al mismo tiempo que su relación con Gülen se deterioraba, Erdogan se acercó al movimiento kurdo y puso en marcha un proceso de paz en 2013. Ese mismo año Erdogan sufrió las mayores manifestaciones en su contra, las originadas por las protestas en el parque Gezi de Estambul. La dura represión hundió a la capital del Bósforo en jornadas enteras de caos. Finalmente, los manifestantes no lograron su objetivo de forzar la dimisión de Erdogan, quien menos de un año después ganó las primeras elecciones presidenciales.

Poco antes, en diciembre de 2013, rompió por completo con los gülenistas cuando sectores vinculados al clérigo publicaron filtraciones y acusaciones de corrupción masiva. Tras el golpe de Estado del pasado 15 de julio, los gülenistas están totalmente perseguidos en Turquía y decenas de miles de personas han acabado en la cárcel solo por la sospecha de pertenecer al movimiento.

Cada vez peor con Europa

La Unión Europea es otro de los enemigos creados en el camino. Durante los primeros años de su Gobierno, a mediados de la década de los 2000, Erdogan representaba para numerosos líderes europeos la esperanza de un líder musulmán conservador y demócrata. Hoy, el islamista tilda de «nazi» a Alemania y Holanda y, por extensión, a toda la UE.

Con Estados Unidos su relación también ha sido ambivalente. Todavía aliada estratégica en la OTAN, la Turquía de Erdogan ha protagonizado numerosos encontronazos con Washington, especialmente por el apoyo de la Administración Obama a los kurdos del norte de Siria, política que Trump no ha rectificado. Erdogan no parece ser capaz de mantener una relación medianamente estable ni siquera con la Rusia de Putin.

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