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Los jueces también tumban el recurso de Trump sobre el veto migratorio

Tras el revés que ha sufrido el presidente de Estados Unidos, el caso terminará en manos del Tribunal Supremo

Por unanimidad, la Corte de Apelaciones mantiene suspendido su veto a inmigrantes de siete países

Los tres magistrados desoyen las presiones del presidente y no ven justificada la prohibición

CORRESPONSAL EN WASHINGTON Actualizado: Guardar
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La Corte de Apelaciones número 9 de San Francisco mantuvo ayer, por unanimidad, la suspensión de la orden ejecutiva de la Administración Trump, que no logró convencer a ninguno de los tres magistrados de que la seguridad de Estados Unidos requiere de la prohibición de viajar y entrar en el país a personas procedentes de siete países, de mayoría musulmana. La resolución del tribunal se produce después de las presiones del presidente durante la jornada anterior, cuando llegó a comparar a sus integrantes con «políticos» y les calificó de «supuestos jueces». El propio Trump fue el encargado de anunciar, minutos después del anuncio del fallo judicial, que la Administración recurrirá inmediatamente. Y lo hizo mediante su herramienta de comunicación favorita, Twitter: «Nos vemos en la Corte (Suprema).

La seguridad del país está en juego».

El tribunal resolvía así sobre el decreto que el presidente Trump firmó el 27 de enero, en el que se prohibía viajar y entrar en el país a inmigrantes procedentes de Irak, Irán, Sudán, Libia, Somalia, Yemen y Siria. En el caso de los seis primeros países, por un plazo de noventa días. En el del último país citado, de forma permanente. Después de una aplicación caótica, que provocó imágenes pocas veces vistas en los aeropuertos y una enorme confusión sobre si los propietarios de green cards (tarjetas verdes, de permiso de trabajo) estaban incluidos en la prohibición (fueron finalmente excluidos), el juez federal de Washington State James Robart había decretado la paralización de la orden el pasado sábado. Motivo por el que el Departamento de Justicia elevó recurso inmediatamente a la Corte de Apelaciones de San Francisco.

El tribunal que mantuvo ayer la congelación del decreto lo integran tres magistrados: Richard R. Clifton, designado por George W. Bush en 2002 y de origen inmigrante; William Canby, el más veterano, nominado por Jimmy Carter a finales de los 70, y Michelle T. Friedland, propuesta en 2014 por el presidente Obama. Durante la vista celebrada martes para escuchar los argumentos de las partes, que fue televisada en directo, los tres jueces ya habían mostrado poca receptividad a los argumentos de la Administración. Hasta el punto de que el abogado August Flentje llegó a afirmar: «No estoy seguro de que esté convenciendo al tribunal».

Pero Donald Trump va a pelear hasta el final, y trasladará el mismo argumento de defensa de su decreto al máximo tribunal. Aunque el actual empate a cuatro entre conservadores y progresistas deja en el aire el posible resultado final del litigio. Mientras tanto, la confirmación de Neil Gorsuch como noveno magistrado de la Corte Suprema, a propuesta del presidente, se mantiene también en el alero. En medio de la incertidumbre, ayer se conoció que el propio afectado había reaccionado con críticas a las presiones de Trump al tribunal, unas palabras que calificó de «decepcionantes» y «desmoralizadoras». La jornada de ayer dio para reacciones sorprendentes. Primero, los senadores demócratas que habían mantenido el encuentro con Gorsuch a puerta cerrada, fueron los encargados de filtrar sus críticas al presidente. Después, el propio Trump arremetía contra el senador Blumenthal, la voz cantante de esa filtración, y le acusaba de «tergiversar» las palabras del juez. El presidente recordaba las «mentiras» del político demócrata, que fue sorprendido en un renuncio en 2010, cuando The New York Times descubrió que nunca había participado en la Guerra de Vietnam, en contra de lo que él había afirmado repetidas veces. Por último, horas después, algunos demócratas decían sospechar que todo se debía a un paripé político diseñado por Trump, e interpretado por el juez, para que los demócratas moderados vieran a Gorsuch como independiente y terminaran apoyándole para convertirle en el noveno juez del Supremo. Puro surrealismo.

Eso significa que a pesar del aparente distanciamiento del juez con respecto al presidente que le nominó, Gorsuch no va a tener fácil contar con el respaldo de los ocho demócratas que le permitirían convertirse en juez del Supremo, para alcanzar los 60 (de cien) que supone la mayoría reforzada. Eso contando con que le apoyen los 52 republicanos. Comienza la cuenta atrás de una batalla política en el Senado que irá en paralelo a la tramitación por la Corte Suprema del primer recurso de la Administración Trump, que dilucidará si su política de inmigración y seguridad ha empezado con buen pie.

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